Uno no acaba entendiendo cómo siendo nuestra tierra una tierra de sol,
hacemos tan poco caso a la limpia energía solar, o fotovoltaica (que creo que
es su nombre), cuando resulta casi gratuita, más limpia que ninguna y sin
dependencia, más que de las horas de sol.
En un viaje que hice a Israel, una de las cosas que más me llamaron la
atención es que todos los edificios de nueva planta, en su terraza superior,
hay una serie de placas solares con unos depósitos tras ellas. Indagué sobre
este asunto y me dijeron que allí, poco menos que se obliga —o al menos se
recomienda— el empleo de este tipo de paneles solares, que se encargan de
calentar el agua de esos grandes depósitos,
con lo que los habitantes de esos edificios tienen agua caliente
gratuita, o a muy poco precio, ya que sospecho habrá un convenio entre los
vecinos de cada uno de esos inmuebles para atender las reparaciones que el sistema solar demande.
No logro entender cómo siendo esto una realidad en otros sitios aquí
lo tenemos casi dado de lado y nuestra Junta, que anda a vueltas con otros
tipos de energías más sucias (Valdecaballeros, Almaraz, etc.), no lo ha
promocionado a gran escala para todo el territorio regional aún, tratando de
instalar alguna estación como la que creo existe en Almería.
En lo local y provincial, creo que Cáceres fue una de las pioneras de
la aplicación de esta energía, puesto que una granja de uno de nuestros pueblos
de regadío comenzó a aplicarla, con indudables buenos resultados. En la capital
surgieron también paneles en algunos edificios pero, tengo entendido que el
Ayuntamiento, por un asunto de volúmenes en la edificación, comenzó a poner
pegas a este tipo de energía, con lo que paró la iniciativa privada que había
comenzado a utilizarla. Creo que todo ello es poner pegas al futuro, o al menos
no querer verlo.
Diario HOY, 7 de diciembre de 1986
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