La tradición se había roto durante más de cincuenta años y ahora, a
toda prisa, ha habido que revivirla, yo diría más bien resucitarla porque la
tradición carnavalera de Cáceres quedó rota a partir de la guerra civil. No voy
a decir que nuestro pueblo se distinguiera por unos carnavales trascendentes,
pero sí que teníamos unos buenos carnavales para andar por casa, de los que no
se acuerdan más que las personas mayores que los vivieron entonces. Yo conozco
más de aquellas tradiciones por lo que he leído que por lo que pude conocer,
porque era entonces niño y el único recuerdo que tengo, si bien nebuloso, es el
de los bailes infantiles del Gran Teatro.
En realidad, en torno al Gran Teatro giró lo más selecto y popular de
los carnavales públicos. Había también una serie de círculos que daban sus
bailes de carnaval, pero eran coto cerrado, sólo para sus socios: “La Concordia”, antiguo “casino de los señores”; “Artesanos”, lugar de encuentro de la
clase media, y “El Mercantil”, casino
preferido por la gente del comercio cacereño.
Existía, como decimos, el más selecto baile público en el “Gran Teatro” y luego infinidad de bailes
populares menos serios, como los que se daban en “La Gallega”, “La Churreta”
y alguno más. Había comparsas y murgas, pero no había un carnaval “oficial” como existe ahora, anotándose
el Ayuntamiento el mérito de esta resurrección carnavalera al instalar una
caseta pública de bailes que ha venido a sustituir a los que antes de la guerra
promovía la iniciativa privada. Lo que sí digo es que tras muy pocos años de
resurrección del carnaval cacereño, el de este año se distingue por el mayor
arraigo popular en gentes de mediana edad, que son las que ahora viven
animándose más a participar en las fiestas que se anuncian. Que participen y se
animen los jóvenes es lógico, pero que lo hagan los más maduros es digno de ser
reseñado.
Diario HOY, 27 de febrero de 1987
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