Aquí cada uno está a su negocio, aunque invoquemos cada dos por tres
nuestro cacereñismo, nuestro amor a Cáceres y nuestro sacrificio por
engrandecerlo, pero lo cierto y verdad es que cuando ese engrandecimiento, ese
paso hacia más, puede afectar nuestro intereses, nuestro bolsillo, o nos hace
más problemático —por aquello de evolucionar— el asegurarnos la pitanza diaria,
luchamos con uñas y dientes porque las cosas sigan como están y no nos
compliquen la vida.
En muchos órdenes de la vida cacereña sucede este fenómeno y precisamente
el maestro de la crítica musical, Antonio Fernández Cid, puso ayer el dedo en
la llaga en las declaraciones que hizo a los medios informativos, diciendo, más
o menos, que uno de los inconvenientes para que los “Otoños Musicales” que organiza la Diputación cacereña tengan mayor
divulgación y trascendencia fuera de nuestra ciudad es la falta de plazas
hoteleras, puesto que actualmente es un problema el poder encontrar una sola
plaza nada más que coinciden dos actos o tres de alguna trascendencia, que
provoquen la venida de forasteros a nuestra ciudad.
No es que el crítico musical se haya metido a crítico hotelero, sino
que ve los muchos inconvenientes que esta falta de alojamientos en Cáceres
supone para cualquier cosa que aquí se organice, digan lo que digan los
hoteleros ya instalados. Se da el caso de que ahora han coincidido las ferias,
los “Otoños Musicales” y la Jura de
Bandera en la misma semana, y solo el alojar a las orquestas y artistas que
intervienen en los “Otoños” ha
constituido un verdadero problema, con lo que hay que pensar que si en la
hostelería o los alojamientos se ha puesto el cartel de “completo”… dígannos ustedes cómo pueden venir a alojarse los seguidores,
oyentes o turistas de estos conciertos que desearían presenciarlos pero que si
no se les da un mínimo de comodidades de alojamiento no intentan siquiera el
desplazarse…
El asunto no es nuevo y vuelve a poner sobre el tapete la falta de ese
Parador de Turismo que no se realizó, y no vale aquí decir que la ocupación
media diaria es baja, porque volvemos a lo del “huevo y la gallina” o la pescadilla que se muerde la cola… Si
queremos que el turismo venga, tenemos antes que prepararle alojamientos, y el
asunto no es nuevo, ya cuando los Festivales Folklóricos Hispano-americanos,
hace muchos años, ocurría el mismo problema y se resolvía con alojamientos en
el Seminario, Casa de Ejercicios o entidades particulares, ajenas al ramo. Y lo
lógico es que cada palo aguante su vela.
Diario HOY, 2 de octubre de 1982
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