jueves, 24 de agosto de 2017

Celuloide rancio


Con esto de los pasados mundiales de fútbol, que parece ser han salido económicamente menos boyantes de los que se esperaba, entre las muchas ofertas que se hicieron figuraban los “vídeos” de televisión y los receptores en color a un precio de lanzamiento y esperando que los “forofos” del fútbol se “mojaran” en unas letras más para ver a su selección a su gusto y con todo colorido.
Como quiera que en esto hay siempre que escuchar a las dos partes, si lo hacemos a los usuarios nos dirán que a cuenta de los dichosos mundiales se han metido en un gasto que ahora les pesa; pero si lo hacemos a los vendedores les oiremos decir que para colocarlos se han visto y se han deseado, porque nadie tiene un duro, y por más que se daban a precio poco más alto que los de blanco y negro, la gente se retraía y todavía han sobrado muchos de estos aparatos que aun pasando los mundiales, se tratan de colocar a trancas y barrancas.
Uno de los que picó en esta oferta fue mi buen amigo Juan, que aparte de ser un “forofo” del fútbol, estuvo presionado por la mujer y la familia: “Total, Juan —le decían—, por unas letras más nos compramos el de color, porque este otro está tan viejo que se va a estropear durante la retransmisión del partido que más interés tengas en ver. Si estás decidido a comprar otro en blanco y negro, con un esfuerzo más nos compramos el de color y ya verás lo bien que vas a ver los partidos. Y luego están las películas, que también te gusta verlas, y hasta parecen otra cosa vistas en color que como las vemos ahora…”
Total, que mi buen amigo Juan, que estaba deseando ver a su equipo en technicolor y necesitaba pocos empujones, se “lió la manta a la cabeza” y se compró el televisor en color. Ni que decir tiene que se llevó el disgusto de ver lo mal que lo hacía la selección española, pero por aquello de “los duelos con color son menos” (¿o no es así el refrán?) se contentó y se dijo para si: “Veré al menos unas buenas películas a todo color y disfrutaremos todos.”
Pasaron los mundiales y se dispuso a ver sus películas en color, pero resulta que aquel chisme, que tanto le había costado, sólo las da en blanco y negro. Las últimas que vio fueron “Cumbres borrascosas” y “El hotel de los líos”, de los hermanos Marx, y el color brillaba por su ausencia, por lo que cogió el “chisme” y se lo ha devuelto a la casa, porque a él no le engaña nadie.. ¿Ustedes me dirán, qué dice el vendedor?
Diario HOY, 28 de julio de 1982

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