Resulta que si ahora en ferias, o en cualquier otro momento, se come
usted un paquete de cacahuetes, le puede provocar un cáncer de hígado e irse,
como se suele decir vulgarmente, “cantando
la caña” al otro mundo, por ingerir este “jamón de mono”, que parece tan inocente.
La cosa surge porque, según una noticia fechada en Vigo, “cinco mil de los veinticinco mil kilos de
cacahuetes contaminados con aflotoxinas, que fueron importados a España (no
dice la nota de dónde) el pasado día 17,
no han aparecido aún, aunque se sospecha que han pasado la frontera —esta
vez legalmente— y están siendo distribuidos
en el norte de Portugal.”
Agrega la nota que según el “Reader
Digest” unas ciento cincuenta mil personas murieron hace poco más de dos años
en Turquía por haber consumido trigo contaminado por aflotoxinas que pueden
provocar, entre otros efectos graves, cáncer de hígado… Total que las
autoridades portuguesas los han declarado no aptos para el consumo… pero quién
le dice a usted que en un inocente paquete de cacahuetes, no le llegan algunos
de estos y nos pasa algo como pasó con el aceite de colza… Y es que vivimos de
milagro.
Uno no se explica que estas cosas pasen, y que tras de aquello, siga
como quien dice “lloviendo sobre mojado”
y hoy sean los cacahuetes y mañana otro cualquier producto y acaba uno pensando
que casi era mejor vivir en la época de Lucrecia Borgia, porque aunque era una “reina del envenenamiento” lo hacía con
las personas próximas a ella y que le estorbaban… Ahora los “Lucrecios Borgios” son muchos:
fabricantes, exportadores y no hay forma de defenderse contra ellos. Porque en
aquel entonces las familias solían comer lo que ellos mismos cultivaban y con
no aceptar invitaciones ajenas tenían bastante, pero ahora como todo lo
compramos, tenemos que fiarnos de los otros, y por lo que se ve, muchos no son
gentes de fiar.
En aquel entones, si eras un potentado, tenías un “probador” que tomaba antes que tú el
alimento y si él no “cascaba”, tú podías
tomarlo… pero dígame ¿qué hacemos con los cacahuetes?, alguno puede pensar que
con comprarse un mono estará la cosa solucionada, pero dígame usted dónde
encuentra monos a estas alturas, máxime si tiene que esperar a que se le
desarrolle el cáncer, etc… En fin, que vivimos de milagro y lo verdaderamente
malo es que hay que comer… aunque sea veneno, lo que no es cosa para tomársela
a risa.
Diario HOY, 30 de septiembre de 1982
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