El que más y el que menos, en plan familiar, comienza a trazar sus
vacaciones de verano, si es que no las ha trazado ya y se encuentra broceándose
en alguna playa o matando langostos por esas sierras de Dios.
Es cierto también que muchos, y quizás cada día en mayor número, han
de contentarse con lo que mi compañero en la radio, Polito, llamaba, con la
gracia que le caracteriza: “La playa del
Botijo”, para dar a entender que los calores se los pasaría en casa y
alrededor de ese oasis clásico de agua fresca que son nuestros “piporros”.
Pero esto no quita para que muchas familias estén en estos momentos
solicitando información de las agencias de turismo, o de los sitios oficiales
que antes llevaba “Educación y Descanso”,
para pasarlo en residencias que ahora están incardinadas a otro estamento
oficial, cuyo nombre no recuerdo de momento y ustedes me perdonarán que todavía
no me haya aprendido el nombre.
En fin, que cada familia, mirando en principio qué dinero puede
destinar a estos menesteres —dinero que cada año va siendo más escaso— lea y relea
una y otra vez las propagandas que esas agencias de viaje proporcionan, todas
muy llamativas, con gran profusión de fotos refrescantes, en las que se ofrecen
veraneos, en tal o cual sitio, “desde
tantas —y aquí un número asequible— pesetas”.
Suele luego suceder que el “desde”,
se incrementa siempre con algunas, bastantes, pesetas más por este u otro
matiz, y lo que en cartel es un reclamo se convierte después en algo más serio
y privativo.
Pero hay un fenómeno que no podemos dejar de señalar y que suele
extrañar al veraneante español de a pie, con pocas posibilidades económicas.
Resulta que en la actualidad, y en líneas generales, sale más barato veranear
en el extranjero que en el propio país. No digamos si el país es de los de la “esfera del Este”, porque en ese caso las
promociones que se vienen ofreciendo son francamente baratas, con lo que el
paisano que en principio hubiera querido pasar unos días en la Costa del Sol o
en la Costa Brava, acaba marchándose a
China, Yugoslavia o cualquier otro país extraño del que volverá más o
menos complacido, pero es el que “le han
obligado” a elegir por sus escasas disponibilidades económicas… Yo no sé si
esto será bueno a la larga. Puede que al extranjero le resulte barata España,
pero lo que sí digo es que a los españoles nos está resultando carísimo y privativo
veranear en ella, aunque sigamos diciendo que somos una “potencia turística”.. ¿Quién nos aclara el misterio?
Diario HOY, 7 de julio de 1982
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