Dice un “slogan”, creo que
misional: “Compartir, mejor que repartir”,
y a mi modo de ver creo que el “dicho”
entraña mayor filosofía de la que puede apreciarse a simple vista Por cierto,
el “slogan” se ilustra con la
fotografía de una fruta abierta a su medio, como ofreciendo la otra mitad al
hermano, lo que viene a redondear el pensamiento de este cartel que hemos visto
y vemos en la puerta de muchas iglesias
La idea es, si se quiere, sutil, pero en apreciar la diferencia en lo
que es compartir y repartir radican muchos matices a los que necesariamente hay
que llegar en muchas cosas que se nos suscitan en la vida.
Dicho esto, voy a entrar en un tema que creo es delicado pero al que
le viene muy bien la sutileza de diferenciar el “compartir” del “repartir”.
Pienso yo que en esa sutileza radica el que muchos extremeños actuales, de ambas
provincias, lleguemos a comprender lo que es hoy y ha de ser en el futuro
nuestra Universidad de Extremadura: “una
Universidad compartida” pero no repartida, como parece ser se empeñan
algunos en que sea.
Compartir significa participar de lo que es del otro, repartir es dar
a cada uno lo que se estima su parte, sin que se obligue a este a compartirla
con nadie, si esa no es su voluntad. Ya ven qué matiz existe entre una cosa y
otra: mucho más hermoso el compartir que el repartir, que es lo que dice ese “slogan” de la Iglesia que sí ha sabido
captar la diferencia.
Digo esto porque yo pienso que nuestra Universidad “compartida” (no repartida) tiene mucho
para la orientación futura de lo que ha de ser la Universidad española tan
necesitada de una reforma que remueva sus líneas clásicas y ya pasadas. Mi
forma de ver el problema es que tenemos el privilegio de ser —si sabemos
llevarlo adelante— la primera Universidad que hace un “ensayo piloto” de lo que puede ser la futura Universidad. Creo que
otro ensayo de este tipo se viene llevando a cabo en Canarias y tengo la
esperanza de que tanto canarios como extremeños veamos en ello un paso hacia el
futuro y no un defecto de los montajes clásicos. Claro que los que han de verlo antes —y yo
estimo que ya lo han visto— son las autoridades académicas y ser ellas las que
nos convenzan a los demás que el ensayo es bueno y vale para el futuro, que en
definitiva es lo que importa. No verlo así es quedarse anclados en un pasado
que a todas luces no es bueno.
Diario HOY, 2 de julio de 1982
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