domingo, 20 de agosto de 2017

Cuando el “sage” estaba en su apogeo


(Incluida en el libro “Ventanas a la Ciudad”)
La más vieja sala de espectáculos de las existen en Cáceres en la actualidad, es sin duda el Gran Teatro que, desde que se inaugurara en 1926, ha tenido usos diversos de los que algunos cacereños no se acuerdan o no conocieron.
Este teatro se hizo a iniciativa de un grupo de cacereños que se repartieron una serie de acciones, presididos todos por don Rafael Durán, que fue el que dio impulso a la obra aunque una vez levantadas sus paredes, durante muchos años, sólo funcionó en su interior una barraca en la que se daba cine.
Terminado e inaugurado, por fin, el teatro, en el transcurso de su existencia ha tenido los más variados usos, entre los que podemos contar el de sala de baile durante el Carnaval, ya que su piso de madera, mediante un ingenio mecánico, corregía su inclinación quedando totalmente nivelado, a la altura del escenario y constituyendo la más estupenda pista de baile. Fue también lugar para mítines políticos y actos culturales y durante la Guerra Civil sirvió eventualmente como cuartel de tropas moras de las que llegaron de África que, por cierto, lo dejaron casi totalmente destrozado.
Su uso más corriente es el que ahora tiene de teatro y cine. Hemos de decir que la decoración, muy notable en su telón de boca, se debió al pintor cacereño, desaparecido ya, Sánchez Varona. Tras la Guerra Civil, cuando su explotación la llevaba el empresario cacereño recientemente fallecido, don Juan Pérez, hubo que restaurarlo y decorarlo de nuevo, como ahora está, corriendo ello a cargo del también fallecido decorador Anselmo Gilardi.
La explotación como cine, en los años anteriores a la guerra, la llevó una sociedad madrileña cuyas siglas, S.A.G.E., es la razón por la que mucha gente de entonces le sigue llamando “el Sage”, en vez de Gran Teatro que es su verdadero nombre. De aquel entonces les voy a contar algo que los más jóvenes se resisten a creer, cual era el que cuando se daban películas musicales, si el público aplaudía mucho alguno de los “números” se paraba un momento la proyección, se rebobinaba el filme, y volvía a pasarse lo aplaudido. Por este sistema, las películas de tangos de Gardel fueron de las más aplaudidas y repetidas hasta tres y cuatro veces en sus “números” a petición del público. Dado el abuso, la empresa hubo de poner carteles diciendo que, por haber instalado máquinas automáticas, no podía repetir los números aunque se aplaudieran, lo que causó una verdadera indignación en el Cáceres de aquel entonces.
Diario HOY, 30 de junio de 1982

NOTA.- Aunque Fernando no lo dice, “SAGE” era el acrónimo de la sociedad a la que se refiere cuyo nombre completo era: “Sociedad Anónima General de Espectáculos” y de la que incluimos una foto de una de sus acciones.

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