(Incluida en el libro
“Ventanas a la Ciudad”)
Ahora que andamos a vueltas con el agua, por la sequía, es bueno
hablar de ella. Nuestra ciudad secularmente vivió, por aquello de no estar en
las cercanías de ningún río caudaloso, este problema a lo largo de los siglos y
lo fue solventando con soluciones diversas que hemos visto aplicar casi hasta
nuestros días, pero el fantasma de la sed siempre estuvo presente en Cáceres.
Del primer abastecimiento importante que podríamos hablar es del que
hicieron los árabes con el aljibe de las Veletas. La población, anteriormente,
debió abastecerse del agua de la Rivera, y de las muchas fuentes que había en
sus alrededores, pero el problema se agudizaría en los muchos sitios que la
ciudad debió sufrir con la Reconquista, por lo que los árabes lo atajaron con
la construcción del aljibe que por sus características y capacidad es uno de
los más importantes de su época, hasta el punto de que hoy sólo existe otro
similar en Constantinopla.
Del aljibe bebió Cáceres hasta hace unos siglos, pero ello no quitó
para que en todas épocas se buscaran nuevas soluciones.
En su época, los Reyes Católicos mandaron encauzar el agua de la
rivera del Marco, creando en su inicio la llamada Fuente del Rey y a su paso la
llamada Fuente de Concejo, de la que prácticamente bebió nuestra ciudad hasta
nuestros días. El acarreo de este agua a los domicilios, aunque en ellos
hubiera pozo, creó la figura del “aguador”
que con su burrito y a cambio de unas monedas, proporcionaba el líquido
elemento a los cacereños.
Hubo un primer proyecto de encauzamiento de aguas que se realizó a
medias, pero que prestó su servicio. Se trata de la toma del manantial de Aguas
Vivas y su impulsión a un depósito, bajo la bandeja del Paseo Alto, y su
distribución desde allí a fuentes públicas como “La Concepción” o “La
Concordia”, pero este agua no llegaba hasta una buena parte de la ciudad.
Por ello, y para hacer un abastecimiento total, se creó en 1899 la Compañía de
Aguas de Cáceres a partir de los pozos de las Minas, de la que es heredera
nuestra compañía actual. El resto de la historia lo conocen ustedes, con la
creación hace unos años de la presa del Guadiloba, sus depósitos reguladores en
la Montaña y otros puntos altos, etc, etc. De momento el problema está
solucionado, pero no está de más recordar otros proyectos y soluciones que se
abordaron en su día y fue paliando la sed de los cacereños.
Diario HOY, 29 de julio de 1982
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