Mi buen amigo Marcos fue uno de los primeros cacereños que tuvo, lo
que entonces era un lujo, una pequeña motocicleta “Guzzi”, de las de menos de 50 centímetros cúbicos, que metían
bastante menos ruido que los velomotores de ahora y eran una especie de
bicicleta ilustrada, dando la sensación de correr poco menos que estos ciclos,
aunque no fuera así.
Hay que aclarar que en aquel entonces el vehículo más común por
nuestras carreteras era la bicicleta, que por cierto vuelve ahora a ponerse de moda,
pero en fin, entonces no era por moda, sino por necesidad por lo que muchas
gentes las usaban.
En fin, el bueno de Marcos tenía por aquel entonces poco que hacer y
me lo encontré en una ocasión, con su moto, por las inmediaciones del Vivero.
Trabamos conversación y al preguntarle qué hacía, me respondió: “Estoy cansando ciclistas.” Como quiera
que no acabé de entenderlo, me explicó en qué consistía este entretenimiento.
Según me dijo, solía pasar, con la moto a poca marcha, a algún grupo
de esforzados ciclistas de aquel entonces. Se les ponía delante, fingiendo que
la moto no podía ir a mayor marcha; los ciclistas, automáticamente, aceleraban
con el deseo íntimo de hacer la “machada”
de adelantarlo. Él se dejaba querer y así los iba engañando, en el “si me cogen, si no me cogen”, hasta que
cuando los notaba cansados, aceleraba y los dejaba con la lengua fuera. “A algunos —me decía— los llevo hasta los riberos del Tajo; allí
los dejo y vuelvo a por más.”
Como verán, el entretenimiento tenía mucho de “mala uva”. Pues bien, viendo lo que a nosotros como nación nos
viene pasando con la entrada en el Mercado Común, la devolución de Gibraltar,
la participación en la OTAN, que no nos garantiza ni la defensa de Ceuta y
Melilla, ni la soberanía de Gibraltar, ni aun la garantía de Olivenza si la
atacaran los portugueses…, pienso que nuestra nación está haciendo un poco de
ciclista y esas otras naciones u organizaciones que nos hacen ver que todo lo
tenemos al alcance de la mano para después acelerar y quedarnos con tres
cuartas de narices, la misma función que hacía mi buen amigo Marcos con su “Guzzi”…
¿Que qué solución queda? Pues para mí no hay más que el que por nuestra cuenta
nos consigamos otra “Guzzi” del mismo pistonaje, para no resultar rezagados
cada dos por tres.
Diario HOY, 22 de julio de 1982
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