miércoles, 23 de agosto de 2017

El amigo Marcos y los ciclistas


Mi buen amigo Marcos fue uno de los primeros cacereños que tuvo, lo que entonces era un lujo, una pequeña motocicleta “Guzzi”, de las de menos de 50 centímetros cúbicos, que metían bastante menos ruido que los velomotores de ahora y eran una especie de bicicleta ilustrada, dando la sensación de correr poco menos que estos ciclos, aunque no fuera así.
Hay que aclarar que en aquel entonces el vehículo más común por nuestras carreteras era la bicicleta, que por cierto vuelve ahora a ponerse de moda, pero en fin, entonces no era por moda, sino por necesidad por lo que muchas gentes las usaban.
En fin, el bueno de Marcos tenía por aquel entonces poco que hacer y me lo encontré en una ocasión, con su moto, por las inmediaciones del Vivero. Trabamos conversación y al preguntarle qué hacía, me respondió: “Estoy cansando ciclistas.” Como quiera que no acabé de entenderlo, me explicó en qué consistía este entretenimiento.
Según me dijo, solía pasar, con la moto a poca marcha, a algún grupo de esforzados ciclistas de aquel entonces. Se les ponía delante, fingiendo que la moto no podía ir a mayor marcha; los ciclistas, automáticamente, aceleraban con el deseo íntimo de hacer la “machada” de adelantarlo. Él se dejaba querer y así los iba engañando, en el “si me cogen, si no me cogen”, hasta que cuando los notaba cansados, aceleraba y los dejaba con la lengua fuera. “A algunos —me decía— los llevo hasta los riberos del Tajo; allí los dejo y vuelvo a por más.”
Como verán, el entretenimiento tenía mucho de “mala uva”. Pues bien, viendo lo que a nosotros como nación nos viene pasando con la entrada en el Mercado Común, la devolución de Gibraltar, la participación en la OTAN, que no nos garantiza ni la defensa de Ceuta y Melilla, ni la soberanía de Gibraltar, ni aun la garantía de Olivenza si la atacaran los portugueses…, pienso que nuestra nación está haciendo un poco de ciclista y esas otras naciones u organizaciones que nos hacen ver que todo lo tenemos al alcance de la mano para después acelerar y quedarnos con tres cuartas de narices, la misma función que hacía mi buen amigo Marcos con su “Guzzi”… ¿Que qué solución queda? Pues para mí no hay más que el que por nuestra cuenta nos consigamos otra “Guzzi” del mismo pistonaje, para no resultar rezagados cada dos por tres.
Diario HOY, 22 de julio de 1982

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