Dice mi buen amigo Juan Bazaga, que estaba haciendo estos días de
alcalde, que el agua que bebemos está cada vez mejor, que no tiene nitritos,
que sanitariamente es perfecta y que lo único que le queda es ese colorcillo
que no la hace muy apetecible… Pues bien, yo creo que lo de Bazaga es pasión de
padre.
Yo, tras de las declaraciones que hizo en ese sentido y sabiendo que
es hombre que, como buen político, miente pocas veces… y sobre todo por mi
amistad con él, me he sentado a contemplar un vaso de agua cárdena, casi caoba,
que sale del gripo y tengo que confesar que no entiendo a mi buen amigo Juan
Bazaga.
Cierto que el aspecto es como de “wüisqui” rebajado, pero aunque uno
le ponga hielo, aquello sigue sabiendo mal, aunque no tenga nitritos.
He probado a echarle limón y sigue igual de mala y hasta he filosofado
delante del vaso de agua cárdeno, casi caoba, de abastecimiento.
El aspecto ese dicen que se lo da el mucho hierro que lleva en
suspensión y he llegado a pensar que eso de las sales de hierro pudiera tener
alguna forma de explotación, aunque pensándolo bien y visto el trabajo que
cuesta sacar adelante lo de la planta de “pellet”,
que tiene mucho más hierro que nuestra agua, no le entran a uno ganas ni de
insinuarlo.
Lo que sí digo es que, si esta agua hubiera caído en Cataluña, con lo
industriales y lo listos que son los catalanes, a estas alturas la estaban
embotellando y vendiéndola como ferroquina…; por ahí podrían ir los tiros y
hasta podría intentarse algo de este tipo, diciendo que sirve para dar
fortaleza a los niños, o para que las señoras adelgacen o para dar belleza al
cutis…; en fin, algo.
Pero lo de Juan Bazaga, que es consejero de Sanidad y presidente del
Consejo de Administración del Servicio Municipalizado de Aguas, a mi me parece
—dicho sea con todos los respetos— un poco pasión de padre.
Diario HOY, 23 de junio de 1982
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