En el último “Estudio Abierto “ de Televisión Española, actuó esa indiscutible
figura del cine mundial, pero principalmente del de habla hispana, conocido por
“El Indio” Fernández, como a él le
gusta que le llamen, es un auténtico ejemplar del mestizaje que los españoles
lograron en México que dio y sigue dando figuras señeras de Hispanidad como
puede ser ese ejemplo vivo que es él mismo. Triunfador en ese séptimo arte, en
el que ha sido actor y director, es hoy día un venerable y “joven” anciano al que la vida ha
decantado y al que, con muy buen sentido, se le va a rendir un homenaje
internacional en Madrid.
Entre las muchas e interesantes cosas que dijo, figuró una que yo
pienso le salió muy de dentro, cual fue el dar las gracias a España por
haberles llevado ese vehículo de civilización que es el idioma español, Lo dijo
así, sencillamente, sin rebuscar la frase de “latiguillo” que en muchos casos
se ha empleado, para decir, llana y sencillamente, lo que se siente y se
piensa.
Esto, a mi como a muchos que lo escuchamos, nos hizo pensar en la
diferencia de interpretación de gentes de esta categoría —indudable como es su
caso— con la de otras gentes, nacidas en nuestra propia península que tienen a
menos el emplear el español y apreciar la indudable importancia, única entre
los idiomas peninsulares, que mundialmente ha tenido y tiene nuestro idioma,
sin que ello vaya en detrimento de los idiomas locales o regionales que aquí,
por superabundancia, hemos tenido y tenemos para “andar por casa”.
Porque hay algo de lo que tenemos que convencernos y es que el idioma
español, el castellano, no ya sólo es nuestro, es el vehículo de comunicación
que tienen en el mundo 300 millones de personas, a los que no se los puede
hacer de menos menospreciando lo que es ya común a una importante parte de la
Humanidad, como es el mundo hispánico.
Y decimos estos, recordando la tontería, principalmente de catalanes y
vascos, o de organismos de esos territorios peninsulares y españoles, de enviar
oficios o documentos a otras regiones españolas empleando en ellos su idioma
local —muy respetable— pero sólo para andar por casa. Algo así como el que
quedó extasiado de su propio ombligo y lo creyó el centro del universo, por lo
que gusta que alguien con conocimiento y categoría venga de vez en cuando a
diferencias lo que es oro de lo que es simplemente oropel casero.
Diario HOY, 8 de octubre de 1982
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