La localidad cacereña de Montánchez se debate entre la sed y la
monumentalidad. Al parecer el pueblo que se encontró en “alerta roja” ha logrado solucionar su problema de falta de agua
gracias a la urgente utilización como depósito de los viejos aljibes que había
en su famoso y monumental Castillo, cargado de historia de Extremadura. Pero
por aquel dicho latino, que traducido dice: “Primero vivir, luego filosofar”, la obra de utilización de aquello
que es monumento como son los aljibes, no ha sido todo lo correcta que debiera
a cuenta de la obra urgente que ha habido que hacer taladrando viejos muros y
llevando conducciones modernas de tuberías y tendidos, a lo largo y ancho del
secular monumento que aunque con ello pierde algo de su monumentalidad ha vuelto a ser útil en el
presente a los vecinos de Montánchez, cambiando historia por presente y
aprestando sus viejos muros y aljibes para mitigar la sed del pueblo actual.
Esto puede verse como un último servicio del monumento al pueblo, pero
también puede verse como un atentado del pueblo al monumento en esa pregunta
popular de: “¿Qué es más importante, el
huevo o la gallina?”
Total, que si una parte del pueblo, quizá la mayoría está agradecida
al monumento y a los que, aún atentando a algo de su historia han logrado
mitigar la sed presente de Montánchez, otro grupo, amante de sus tradiciones
hasta la muerte por sed, se han rasgado las vestiduras y no ven lógico que se
taladre tal o cual muro, se deje el tendido moderno de tuberías a la vista, y
se haga un “crimen de lesa historia”
aunque sea para dar de beber urgentemente al pueblo.
La cosa no se ha hecho esperar y el “pleito” se lo han planteado a la Dirección General de Bellas Artes,
que desde sus despachos de Madrid, suponemos que con aire acondicionado y agua
refrigerada para beber hasta hartarse, han decretado el cese inmediato y
absoluto de “tan atropellada empresa”,
lo que quiere decir que si es cierta la sed de Montánchez y se hace caso a
Bellas Artes, es preferible que se mueran de sed los montanchegos a que se
toque una piedra de un monumento que antes de ser de Bellas Artes, es del
pueblo y está y debe estar al servicio de él.
No queremos tomar partido en el pleito, pero estimamos que para que
sea válida la decisión de Bellas Artes, sus “prebostes” deberían antes de decidir desde el despacho, pasarse un mes
en Montánchez ayunos de agua, como ha estado el propio pueblo... Por muy amantas
de la monumentalidad que seamos.
Diario HOY, 22 de agosto de 1982
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