No hace mucho se publicaba una encuesta sobre el manejo del idioma
español, sobre todo por la juventud de los distintos países que lo utilizamos y
que somos más que una veintena. Según los resultados, que recuerdo un poco de
memoria, el panorama es desolador. Resulta que nuestra juventud, la española,
es una de las que peor lo maneja, pese a ser nosotros como nación los inventores
del mismo. Se decía que nuestros jóvenes lo hablan de forma balbuciente, casi
tartamudeando, y desde luego desconociendo en gran parte el amplio vocabulario
que lo forma. Se hacía la salvedad de que las personas de mayor edad, de
generaciones anteriores, lo hablan mejor, sin que ello sea una maravilla.
Es curioso saber que en el manejo de nuestro propio idioma nos dan “ciento y raya” los países
hispanoamericanos, mucho más ricos en el empleo de vocabulario y aún en la
formación de oraciones. Hablando de esto con un curioso del tema me decía que
posiblemente nuestra juventud, sobre todo la que se presupone más culta, la
universitaria, emplea como lenguaje coloquial el “cheli”, que va en detrimento del empleo de lo que debería ser el
idioma normal. Nuestros jóvenes no salen del “Jó, tío me quieres comer el coco” o del: “no hago tal o cual cosa, porque me da corte”, etc., etc., con lo
que se ha divulgado un idioma “chulesco”
que aún no tiene ni el ingenio del “lunfardo”
argentino, olvidando lo que era forma correcta de expresarse. Un síntoma es que
ni en el propio Congreso los parlamentarios saben expresarse y son muy pocos
los que se han preocupado de la oratoria La mayoría de nuestros políticos hoy
hablan en clave y uno acaba entendiéndolo con un gran esfuerzo.
Viene esto a cuento porque en los exámenes orales da pena el escuchar
a los examinandos que teniendo ideas ignoran el vehículo apropiado para
expresarlas, como es el idioma; pero, además, es que en esto no les va a la zaga
el examen escrito, ya que acostumbrados a los “test”, en los que no hay que poner más que “sí” o “no”, cuando
quieren expresar una idea escrita también les faltan palabas y no saben
componer oraciones.
La cosa surgió porque, al parecer, en las oposiciones a guardias
femeninos se viene acusando este fenómeno, al que yo no sé si el tribunal
prestará o no atención porque, según tengo entendido, igual pasa en los exámenes
de los universitarios y nadie se rasga las vestiduras. Y corto “porque esto del idioma es un rollo, tío, que
te prometo no hay quien lo entienda”.
Diario HOY, 7 de octubre de 1982
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