Remedando el famoso “slogan”,
ahora suele decirse: “cuando UCD se destruye,
algo suyo se destruye, señor duque”, refiriéndonos, claro es, al duque de
Suárez, porque como ustedes recordarán, el Rey le dio un “ducado”, aunque para muchos con que le hubiera dado un “celta” iba que se mataba. A mí, que ya
he dicho más de una vez que soy un “político
contemplativo”, o sea, contemplador de la política, la actitud de don
Adolfo me parece algo así como el juego ese que jugábamos de niños, en el que
tras hacer un castillo de arena, nos subíamos a él pisoteándolo y gritando
aquello de “Yo que lo he hecho, lo
desecho”. Esto no quiere decir que no reconozca méritos en el señor Suárez,
ya que él fue el mago del cambio y posiblemente esta secuela de ser tan “cambiante” le viene de aquello…, pero no
quiero insistir en esto —ya que bastante partido le vienen sacando los
compañeros que se dedican a los comentarios políticos— si no es para decir que
al menos hay que agradecer al duque que en este verano, ayuno de noticias, nos
haya dado ocasión de escribir de una “serpiente
de mar distinta”, aunque en circunstancias anormales —o sea, más
sustanciosas noticias— no hubiéramos
gastado tanta tinta.
Esto mismo hemos de agradecer al “preboste”
de la Energía al que se le escapó lo de los escapes —valga la redundancia—,
porque aparte de que ya le habrán tirado bien de las orejas, dio ocasión a
Pedro Cañada de estropearles el verano a nuestros “junteros” —a algunos de ellos, porque otros ni se coscan— a Bardon,
Chamorro y Carrillo (el pintor, no el “pecero”)
a encerrarse en Malpartida; a los vecinos de Malpartida, materia para animarles
la charla mientras toman el fresco; a los extremeños en general, materia de
preocupación, y a nosotros, noticias que llevarnos al periódico, lo que les
agradeceos de todo corazón.
No quiere decir esto que no estemos nosotros también preocupados por
lo que pasa en la central y lo que puede pasar en ella, pero hay que decir que
mentiríamos si no confesáramos que ello nos ha dado materia para hablar de algo
—como nos dio la leona de en tiempos—, ahora comienzan los partidos a pedir
dimisiones, los alcaldes a reunirse, Bermejo a hacer declaraciones los ecologistas
a pedir cierres de centrales, etc., etc. Luego vendrá el invierno y nadie
volverá a acordarse de este asunto y la central —y esto es lo peor— seguirá con
sus defectos y su peligrosidad, que aguantaremos los que vivimos en las
inmediaciones, pero a quien nadie nos hará caso, porque la hora del gesto habrá
pasado.
Diario HOY, 20 de agosto de 1982
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