sábado, 26 de agosto de 2017

J. R. no ha muerto


Muchas gentes han quedado tranquilas con la aparente muerte de J.R. y el final de la serie televisiva “Dallas”, que nos ha traído a todos en candelero durante casi un año. Pero los “malos” de estas series no mueren, y a “Dallas”, más que un punto final se le ha puesto puntos suspensivos, por si nuestra Televisión compra la segunda parte del serial como han comprado otras televisiones del mundo. Se ha llegado a decir que esta interminable serie con el inmortal J.R. —que tiene siete vidas como los gatos— es la que más dinero ha dado a sus productores que tienen previstas continuaciones para todos los gustos. Como en los antiguos “folletones” de los periódicos y las novelas por entregas, todo queda en posibles interrogantes, pero todo termina arreglándose para poder continuarla. ¿Quién mató a J.R.?, se preguntarán ustedes, pues al parecer en una de las continuaciones, fue su cuñada, Kristin Shepard, la hermana de Sue Ellen, que arregló las cosas para que le echaran la culpa a esta última Pero J.R. no murió, sino que sólo quedó malherido, curándose finalmente.
Según me cuenta un amigo, un poco bromista, en una de las continuaciones, J.R se viene aquí a Cáceres a vivir entre nosotros y funda una especie de incomandita, para fastidiar a nuestra industria local de venta de galápagos, espárragos trigueros, yanten y poleo: la “Galapagan Corporeision” que se dedica a hacer peines de concha para calvos y exportación de ranas para “gourmet”, con lo que hunde a estos pequeños industriales cacereños… y es que es tan malo.
Más tarde logra que la “ayuda americana”, que en la serie se da en forma de queso, aceite y leche en polvo, se canalice a través suyo, pero en vez de dejar que llegue a los pobres, el tío, la vende de estraperlo en Portugal con lo que se pone de oro, logrando la indignación de todos los menesterosos que lo llaman: “J.R. el geyondo” y otras cosas peores, pero él disfruta como disfrutan los malos haciendo de las suyas. Al parecer en esta continuación de la serie le acaban ahogando en la charca Musia pero tampoco muere, sino que se convierte en sapo, envenena el agua y mata a todo el género asnal y caballar que se atreve a beber en la misma. Más tarde se va a saltos a Almaraz y entrándose en uno de los circuitos defectuosos hace explosionar a la central, con gran regocijo por su parte y gran desesperación por parte de Pedro Cañada…
En fin, que J.R. tiene correa para rato, lo que pasará es que Televisión Española no comprará esta continuación, porque como es tan localista a lo mejor no gusta… Y conste que yo no soy el que cuenta esto, sino ese amigo mío que digo que es tan bromista… porque, oiga, a lo mejor todo esto es una broma.
Diario HOY, 21 de agosto de 1982

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