Inmersos ya en la campaña electoral hay algo que debe preocuparnos a
todos los cacereños, cual es no ensuciar con la propaganda electoral nuestros
monumentos, sobre todo teniendo en cuenta que Cáceres es mucho, ciudad
monumental y al menos, esa parte, debe ser respetada por la propaganda de los
partidos.
Tengo idea de que en pasadas elecciones hubo cierto acuerdo, en líneas
generales respetado, sobre que los partidos respetarían la ciudad monumental no
ensuciándola con sus propagandas y ahora era caso de solicitar de los partidos
que volvieran a realizar el mismo acuerdo, ya que como decía el tantas veces
recordado compañero de prensa, fallecido ya, Dionisio Acedo, “la ciudad monumental son nuestros pozos de
petróleo”, el que hasta ahora hayamos o no sacado poco “petróleo” de ellos, no quiere decir que
esta belleza potencial no sea uno de los motivos por los que el turismo viene
entre nosotros y si no la destrozamos, pueda venir en mayor cantidad, siendo
una potencial fuente de ingresos que debemos ser nosotros los primeros en
cuidar.
Yo puedo decir que durante las campañas electorales de Andalucía hubo
un “slogan” en todas las emisoras de
aquella región, que más o menos decía: “Un
monumento es símbolo de nuestra cultura, no lo ensucies con propaganda
electoral.” No sé si se respetó o no el consejo, pero al menos mostró una
inquietud por parte de alguien y concienció al pueblo —que suele ser siempre el
de más conciencia— en el respeto a sus monumentos simbólicos.
Pocos tenemos en Cáceres fuera de la ciudad monumental, pero deben
también ser respetados en la guerra de carteles que está a punto de iniciarse y
que unida a la “guerra de carteles”
de la feria, nos acabará poniendo la ciudad hecha un verdadero asco.
De momento hemos visto que el Ayuntamiento, en el deseo de mantener lo
más limpia posible la ciudad, ha comenzado a instalar paneles. Muchos de ellos
en barrios, como los hemos visto en Fuente Concejo, Miralrío y algunos otros
puntos y sería necesario que se instalaran también, en número suficiente, en
los sitios más céntricos y apetecidos para esta propaganda, porque hay algo que
no debe ir a cargo de los dueños de edificios, como es el limpiar
posteriormente las fachadas a su costa, pienso yo que cada partido —saliera o no
favorecido en las elecciones— debería comprometeré después a limpiar a su costa
lo que ensució en propio beneficio… Puede que esto sea pedir demasiado civismo
a los partidos, pero si presumimos de demócratas y civilizados, en lo menos que
podemos exigirles.
Diario HOY, 24 de septiembre de 1982
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