(Incluida en el libro
“Ventanas a la Ciudad”)
Ahora que la Feria Regional de Artesanía, montada por nuestro
Ayuntamiento, dentro de las Ferias de San Miguel, está constituyendo un éxito,
recordamos algo que ya es historia local cacereña, cual es que la primera Feria
Regional de Artesanía y Productos Extremeños, que se montó en Cáceres fue a
instancias del capitán Luna, que entonces era “salsa” de todos los guisos locales y nacionales y que los edificios
que se alzaron entonces para dicha muestra fueron los que dieron después lugar
a lo que hoy es la Ciudad Deportiva Sindical, en el Rodeo.
Era alrededor de los años cuarenta, y precisamente por iniciativa de
don José Luna Meléndez se montó en el Rodeo esa Feria de Artesanía y Productos
Extremeños. Se construyó un pabellón para ella en las inmediaciones de la caseta
de baile, que ya existía —aunque después fue reformada— y en dicho pabellón fue
instalada la feria. Por cierto, el pabellón aún existe ya que es el dedicado a
gimnasio en la actual Ciudad Deportiva, previa las reformas pertinentes que se
introdujeron posteriormente. La feria aquella constituyó un verdadero éxito y
se repitió algún año más, aunque con menor ímpetu que la primera vez.
Lo curioso es que tras hacer aquel pabellón, que excepto en las
muestras de este tipo no tenía finalidad alguna, comenzó a estudiarse el
aprovecharlo para instalación deportiva, con lo que surgió la idea de realizar
allí una seria de canchas y piscinas que fueron, realmente, el origen de la
construcción de la Ciudad Deportiva Sindical.
Esta, y el cerramiento de todo el complejo, se ejecutó ya siendo
gobernador civil de Cáceres don Antonio Rueda y Sánchez Malo y, con algunas
modificaciones, es la Ciudad Deportiva que hoy podemos contemplar. Recuerdo
también que, a cuenta de la puerta principal del cerramiento, ocurrió un caso
que en nuestros días sería insólito, pero que entonces era el pan nuestro de
cada día. A un comentarista deportivo de nuestro periódico: Benito López Mateos
Sánchez, que firmaba “Belomasan”, se
le ocurrió decir que la puerta era insuficiente para las gentes que allí
acudían, cosa que hizo montar en cólera al aludido gobernador, que pidió su
cabeza y estuvo a punto de meter en la cárcel al tal comentarista que hubo de
sufrir un calvario de marginaciones oficiales, entonces muy al uso, aunque
ahora nos parezcan cosas absurdas o insólitas, pero que ocurrían, aunque unos
las hayan olvidado y las nuevas generaciones no las crean.
Diario HOY, 28 de septiembre de 1982
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