viernes, 25 de agosto de 2017

Tenía razón Pedro Cañada


Uno se asombra de la serie de “mentidos” y desmentidos que matizan nuestra administración pública, y la ligereza con que se hacen unos y otros. Hay casos en los que más o menos estos tiene una trascendencia relativa, como puede ser esto que ahora el español se toma a pitorreo de que cuando se desmiente la subida de un producto —pongamos la gasolina— es que va a subir inmediatamente, pero hay cosas mucho más delicadas en las que por estar de por medio, al menos potencialmente, la vida de los ciudadanos, deberían tomarse con menos ligereza que se las toma nuestra Administración.
No hace mucho, este político – incordio que es Pedro Cañada, interpelaba al Senado pidiendo seguridades sobre la central nuclear de Almaraz. En aquel entonces se “burreó” a Pedro Cañada, haciendo ver que era un alarmista, afirmándose que no había peligro alguno, echándole por delante —y por parte de la Administración— una serie de plúmbeos informes técnicos sobre seguridad, etcétera, etcétera. Sus compañeros en la gestión pública, quiero decir los políticos de otros partidos, también se unieron al coro de los detractores de Cañada al que tildaron de subnormal, alarmista, oportunista y otra serie de piropos, sin descender alguno a analizar si Pedro tenía alguna razón en lo que afirmaba, sino pensando más en que desacreditar a uno de otro partido era quitarse un posible enemigo de encima… Vamos, algo así como lo de la fábula de los dos conejos que se lían a discutir si lo que los persiguen son galgos o podencos, y acaban ambos en la boca de los perros.
Esto es, más o menos, lo que ha sucedido a la vista ahora de lo que la propia Administración publica reconociendo el posible peligro de escape radioactivo de Almaraz II, a través de las declaraciones del director general de Energía hechas en Gijón, que dijo que el grupo aludido entrará sólo a trabajar al cincuenta por ciento por tener circuitos defectuosos, que podrían producir los peligrosos escapes.
Ni que decir tiene que Pedro Cañada se ha anticipado a pedir que sea la propia Junta de Extremadura la que se comprometa y pida seguridades, porque en definitiva es él el que “ha sacado la liebre”. Pero no se trata, y esto es lo importante, de que el tanto se lo apunte Cañada y otro político, lo que importaría es que nuestros políticos de cualquier color cuando está en juego la seguridad de sus convecinos, olviden colores y credos partidistas y trabajen juntos, lección que al parecer no acabarán de aprender nunca.
Diario HOY, 14 de agosto de 1982

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