Hace ya muchos años, siendo yo casi niño, le oí decir a don José Luna
Meléndez, el célebre Capitán Luna, que acaudillaba la Falange cacereña y que se
dolía de la muerte por fusilamiento del que fuera su enemigo político, aunque
no personal —según él manifestaba— don Antonio Canales González, que “Canales ha sido el mejor alcalde que ha
tenido Cáceres, su muerte ha sido un tremendo error que todos tenemos que
lamentar y, andando el tiempo, Cáceres tendrá que hacerle un monumento a este
alcalde porque es el que más justamente se lo merece”…
Digo lo que yo oí, sin entrar en otros detalles que más o menos se han
aireado y de los que no tengo más datos que los que todos los cacereños tienen.
Lo que sí es de destacar es que, dejando a un lado los tremendos dolores y
errores que trae consigo siempre una guerra civil, es digno el recordar el que
al alcalde Canales y su labor por Cáceres, la admiraban hasta los que en su
tiempo fueron oponentes políticos… con ello, pongamos punto a esa parte de la
historia cacereña con la frase de “paz a
los muertos”.
Lo que quiero comentar es que de aquel vaticinio hemos llegado al
momento de hacerle el monumento al alcalde Canales en el que, y valga ese botón
de muestra, los cacereños de cualquier ideario político estamos de acuerdo y
así debe ser.
Justo es también reconocer lógico que la iniciativa parte del partido
político a que él perteneció en vida, el socialismo, pero entendiendo que como
Canales fue en su gestión el alcalde de todos los cacereños seamos todos los
cacereños los que nos sumemos a esa iniciativa sin mirar colores ni banderas.
No vamos a entrar en un análisis de la positiva gestión que don Antonio
Canales González realizó como alcalde de Cáceres en los periodos comprendidos
entre abril de 1931 a octubre del 34 y de febrero a julio de 1936, que es de
sobra conocida por sus paisanos, pero lo que sí decimos es que ha llegado el
momento de quedar constancia de ella en ese monumento que ahora se pretende
hacer en la plaza que lleva su nombre y que a nuestro juicio debe ser un monumento sencillo y claro, como fue su
propia gestión y su propia vida.
Diario HOY, 22 de mayo de 1982
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