Cuando yo era niño, oí cantar a José “Colmena” —al que tengo estima familiar— un fandango muy bien cantado,
porque él era un entendido en cante, aunque no fuera profesional de ello, cuya
letra decía:
“Que me gustan los gitanos
por lo valientes que son,
que se juntan cuatrocientos
para matar un ratón
… y lo quedan medio muerto”.
Pues bien, ahora que han saltado a las páginas de los periódicos
noticias relacionadas con los “calés”,
he vuelto a recordar el fandango, porque es cierto que existe una cierta “mafia” entre los gitanos, posiblemente
surgida por las antiguas persecuciones de que fueron objeto, y por la que se
ayudan unos a otros de tal modo que a veces se convierten en cierto “incordio” para el resto de la sociedad…
Y conste que digo esto teniendo muy buenos amigos gitanos.
Para el gitano, en cualquier polémica o reyerta que surja, el que
lleva siempre la razón es el de su raza, sin que se paren a estimar o no si
tiene alguna razón el oponente, apabullando por el número y la intimidación a
cualquiera que les vaya a “contrapelo”.
Así se dan esas noticias, como la surgida en Lloret de Mar, donde ocuparon un
apartamento del paseo marítimo, haciendo en él lo que les viene en gana hasta
el punto de mear desde el balcón, y hasta mearle encima a un alemán que les
recriminó de tal desmán, cosa que si pueda hacer gracias a algunos no le ha
hecho ninguna al alemán, ni a los vecinos de Lloret, que han pedido la
inmediata expulsión de las 16 familias que desde hace tres años ocupan tal
apartamento.
Otra práctica gitana al uso es la de los limpiabotas que te convencen
de limpiarte el calzado, por lo que quieras darle, pero llegado la hora del
pago piden una exageración, acercándose entonces algunos gitanos más a
convencerte de que es mejor que pagues. Por este sistema, le cobraron 4.000
pesetas a un mejicano (2.000 por cada zapato), cosa que también ha dicho la
prensa…
Pero no hace falta irse muy lejos, aquí mismo ha habido limpieza de
zapatos por el mismo sistema, aunque no llegara a tal precio, pero en la que el
“trabajador” y los consejeros han
limpiado también la cartera al cliente, como ha habido inconvenientes en
desalojarlos de viviendas o paseos donde instalan sus campamentos, lo que
quiere decir que no es que se discrimine a los gitanos, sino que muchas veces
—la mayoría— son ellos los que dan pie a esta discriminación… Todo ello paparte
de que los haya también buenos y honrados, sobre todos, tratados uno a uno.
Diario HOY, 28 de agosto de 1982
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