miércoles, 30 de agosto de 2017

“La clave” y mi buen amigo Antonio


No me lo pierdo”, me decía el viernes mi buen amigo Antonio —que es un tremendista— refiriéndose al programa de “La clave” de televisión, en el que se enfrentarían los líderes de los principales partidos políticos. “¡Madre, el “tomate” que va a haber esta noche!” —agregaba—. “…y eso que no va a estar el Felipe, que tiene mucha casta, pero va a estar el Guerra, que le oyes hablar y se te abre sola la navaja en el bolsillo, y el Fraga, al que hay que echarle de comer aparte, y el Carrillo, que aunque te parece que predica, ¡dice cada cosa!” En fin, que mi buen amigo Antonio se imaginaba que aquello iba a ser un especie de lucha circense de fieras en la que unos y otro se iban a destrozar, a las órdenes de José Luis Balbín, como un nuevo Ángel Cristo.  Se frotaba las manos y decía; “¡Esta noche se lían, y yo no me lo pierdo!”, y fue uno de los primeros que se marchó para casa a sentarse delante del televisor y no perderse palabra.
Ayer le vi, y estaba indignado porque las cosas no habían sucedido como él imaginaba. “¡No te “joroba” —decía— cuando uno esperaba que iban aponerse verdes, resulta que aquello era una reunión de sociedad en la que todos decían lo mismo, se daban jabón unos a otros, todos hablaban “del cambio”. Oye, estos tíos —agregaba— a los que nos lían es a nosotros y ellos se toman sus copas juntos, se pasan la mano por el lomo y hasta se ríen las gracias. Primero, que el Adolfo ni asistió y mandó en su representación “al Pelos”, luego el Landelino, con su juego de manos que parecía un “mimo”, el Arzallus y el Roca, que parecía iban a pegar fuerte, se arrugaron… aquello parecía la corte de Versalles, que si el cambio, que si nosotros hemos hecho, que yo no le quito la razón al señor Carrillo, que coincido con lo que dice el señor Fraga… en fin, que daba asco!”, y mi amigo mostraba su indignación diciendo que él no había sacado nada en claro, y que le habría sido más provechoso irse a la feria a tomarse unos churros y no quedarse a ver aquello…
Porque oye, es que he quedado más confundido que estaba, me decía, porque si cerrabas los ojos no sabías si el que hablaba era de izquierdas, de derechas o del centro, algún matiz del Guerra parecía que iba a sacar chispas, y luego se desdecía y todo iba como la seda…”
—Bueno, pero cada uno enfocó el cambio, según su punto de vista, le dije yo.
—El cambio, me contestó, según yo he visto la cosa nos lo van a dar en calderilla.
Diario HOY, 3 de octubre de 1982

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