La atención del ciudadano nacional, y por tanto del cacereño, está
centrada en las próximas elecciones Tras la calma veraniega de noticias, ha
surgido la tormenta de la iniciación de la campaña electoral, la formación de
coaliciones y las muchas sorpresas que en este sentido viene deparando la
política que a algunos gusta y a otros no, de los que se incluyeron en las
listas, los que quedaron fuera de ellas, las faenas por alcanzar un puesto y el
asombro de la calle, en muchos casos, de que fulano que era del grupo “A” se pasa al “B” buscando el prevalecer a costa de lo que sea, la indignación del
que quedó en la cuneta, aún a pesar de las promesas hechas y la inclusión, en
algunas listas, de alguien que, según se pensaba, debió quedar en la cuneta
pero se agarró y salió en ellas. Hay, si se quiere, una abundancia de noticias
en este sentido que están saturando la capacidad de asombro del ciudadano que
se pregunta: “¿Y con todo este “batiburrillo”
a quién voy a votar?”. Porque hay que confesar que, si en las primeas
elecciones, por aquello de la novedad, no había quien se aclarara, con unos
pocos años de rodaje en la democracia, el que más y el que menos esperaba más
claridad en cuanto a la decantación política se refiere y se quejan de la poca
novedad que ofrecen la mayoría de las listas que, en muchos casos, han cambiado
de líderes pero que, prácticamente, suelen ser —como dice el pueblo— “los mismos perros con distintos collares”…
Hay pocas novedades en cuanto a nombres nuevos, pero muchas en el barajar de
estos nombres que si ayer estaban en el partido “X”, hoy están en el “Z”,
aunque las ideas de uno y otro partido sean totalmente contrarias… el caso es
estar en una lista sin importar el programa del partido…
Esto lo comenta el pueblo, y lo hace a su modo. Para mi amigo, el
señor Juan, hombre sencillo, no hay campaña: preelectoral y poselectoral, ya
que él las llama a su modo y a lo primero —a lo que ahora vivimos— lo llama “el navajeo”, a lo que vendrá después, a
la propia campaña, “el Prometeo” (por
aquello del prometer y no del personaje mitológico al que no conoce) y a lo que
todos llamamos lo postelectoral, él lo llama “el olvideo”, porque dice que tras el “Prometeo”, por aquello de no poder o no querer cumplir, le sigue la
época del olvido de lo prometido… y yo no sé si al final el señor Juan va a
tener razón.
Diario HOY, 22 de septiembre de 1982
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