Hablábamos con un viejo refranista, queremos decir hombre de campo,
que conoce los refranes y tiene fe en ellos, porque los refranes son la
sabiduría del pueblo, y hablábamos precisamente de la lluvia que ha deslucido
esta Semana Santa, a lo que nuestro interlocutor nos respondió: “En abril, aguas mil”, agregando como para
justificar lo dicho: “Las aguas de abril
todas caben en un barril, pero si el barril se quiebra, ni en la tierra”, y
así nos siguió ensartando una serie de refranes que vienen a demostrar que el
actual abril está dentro de la norma tradicional y meteorológica de lo que
deben ser los abriles, por lo que aceptando lo dicho nos quejamos de que, así y
todo, lo malo es que la lluvia ha deslucido la Semana Santa…
“Es que eso de mover los santos
tiene su peligro —no dijo— porque
como los santos, de antiguo, se movían sólo para pedirles lluvia cada vez que
se los mueve, aunque sea para la Semana Santa, ellos creen que es para lo otro
y nos largan lluvia creyendo que nos complacen”.
Lo decía tan convencido que no parecía sino que había estado charlando
con toda la corte celestial. “San Pedro
de Alcántara —continuó— que en esto
de la lluvia tiene mucha mano, es al que recurren los demás santos para
preguntarle: oye, Pedro, ¿por qué nos mueven? Y él, posiblemente porque ya está
viejo, o por no complicarse la vida, les dice: es que quieren agua, y así nos
pasan estas cosas. ¿Usted no sabe lo de las nubes?, nos preguntó y sin aguardar
respuesta nos dijo: “San Pedro es el jefe de las nubes y según llegan les va
preguntando dónde ha llovido y cada cual confiesa: por Valencia, por el País
Vasco, por Cataluña, en fin, por lo que suena. San Pedro entonces dice; ¿Y quién
se acordó de Extremadura? Pero como nadie pía, monta en cólera y dice: Pues
venga, a cumplir todos con Extremadura. Y así nos llegan estas lluvias torrenciales”.
Diario HOY, 7 de abril de 1985
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