Los cazadores sabemos que la enfermedad conocida por mixomatosis,
aparecida hace ya años, nos dejó los campos de toda Europa sin un conejo. Pero
lo que desconocen muchos, y a mi juicio es cosa que no debemos olvidar ninguno,
es que esa “gracia” se le debemos a
un médico francés que con una forma de ser muy gala, puso por delante sus
intereses a los de los demás. Se llamaba Monsieur Armand Delille y ha fallecido,
no hace tanto tiempo.
Pues bien, el señor Armando, viendo que los conejos se comían cuanto
sembraba en su finca de Eure et Loire,
inventó la mixomatosis y se la inoculó a un conejo, para descastarlos, pero
pasó que en pocos meses la enfermedad se extendió y quedó sin conejos a toda
Europa. Vamos, que el señor Armand Delille se le fue la mano y en vez de matar
los conejos de su finca, mató todos los del continente.
Usted, amigo cazador, pensará que el daño hecho merecía un ejemplar
castigo y unos daños y perjuicios que deberíamos haber reclamado a Francia
todos los cazadores de Europa. Psicológicamente, si Armand Delille hubiera sido
español el castigo se le hubiera dado, pero era francés y para Francia un francés
nunca se equivoca, máxime si los más perjudicados son el resto de los europeos,
con lo que, orientando la cosa en el sentido de que al desaparecer los roedores
se le había hecho un bien a la agricultura, le dieron hasta una medalla.
Como usted lo oye, amigo cazador, es más, tan hábiles son los franceses
que a la tal enfermedad, que debió llamarse “delillina” —en recuerdo de su inventor—, le pusieron mixomatosis
para que nos olvidáramos del origen francés de tal desaguisado. Listos que son
los galos. Como verá es una historia más sobre las atrocidades que se han hecho
con la caza y no siempre por parte de los cazadores.
Diario HOY, 25 de enero de 1985
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