Desde el pasado día uno se han puesto una serie de automotores entre
Cáceres-Mérida y Mérida-Zafra, que en cierto modo vienen a enjugar en algo la
falta de otros trenes de viajeros en la región como los suprimidos en las
líneas que afectan al Norte de la provincia de Cáceres. Los servicios que ahora
se ponen entre Mérida y Zafra afectan también a líneas cerradas y, según nos
dice, los paga la Junta de Extremadura. Cosa que nos parece bien, porque la
Junta debe defender las cosas que interesan a los extremeños de uno u otro sitio.
Sólo querríamos puntualizar que algo similar debería hacer también la Junta con
la parte Norte de la región donde el problema es más peliagudo, entre otras
razones porque parece ser falta la voluntad de resolverlo.
Pero de todos modos hay asuntos en la RENFE, respecto a nuestra región
que no se nos pueden achacar a nosotros, sino a la incuria y el abandono que la
propia Renfe ha tenido, y tiene, en las línea extremeñas.
Ayer publicaba nuestro periódico, en su sección “Cartas a HOY”, una de María Dolores Martín Pérez, que contaba la
odisea sufrida en el Lusitania Exprés —tren internacional— en su desplazamiento
de Cáceres a Madrid, viaje de cinco horas y media y de madrugada, sin calefacción
de ningún tipo y con la cafetería cerrada hasta unos minutos antes de llegar a
Madrid y esto sucedía ahora, hace unos días, y tras la supresión de otros
trenes extremeños, por falta de rentabilidad. “Oiga usted, señora RENFE, ¿es que el pedir que viajemos en esos trenes
que ustedes nos tienen en nuestra región, es suponer que los extremeños tenemos
madera de mártires?, porque aunque regalaran el billete, después de un viajecito
como cuenta María Dolores Martín, es como para no volver a subir al tren en
toda su vida.”
Más seriedad, señores.
Diario HOY, 3 de febrero de 1985
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