Ya no existe la polémica que hubo, no hace tantos años, en lo referido
a la representación navideña, bien por un “belén”
o por un “árbol de Navidad”; los
cristianos y católicos hemos asumido los dos símbolos como iguales, aunque en aquel
entonces se discutió lo suyo sobre si era más católica la representación del “misterio” a base de figuras, como tradicionalmente se
hace en España e Italia, o bien si el árbol lo era también, ya que simboliza la
unión de la familia en torno a un tronco común, que podría representar a la
misma Iglesia. Al final, como era lógico, han quedado igualados los dos
símbolos y tan cristiano es uno como otro, aunque para los pueblos latinos la
tradición nos incline mas hacia el “portal”,
que representaron todos nuestros imagineros y del que existe la leyenda de que
lo “inventó” el propio San Francisco
de Asís, que hasta incluyó en él el buey
la mula, por su amor a los animales.
Quizás por aquí nos hemos resistido más al árbol, por lo escasos que
son, razón por la cual lo hemos ligado siempre más a los símbolos mágicos o de
encantamiento. Yo no sé si en ello hay alguna tradición de los árboles raros
que nuestros conquistadores encontraron en América, pero lo cierto es que en
Extremadura hay tradiciones raras relacionadas con ellos, referidas a estas
fechas y aun en la noche de San Juan, recogidas en libros antiguos. Por
ejemplo, a la salida Oeste de Alcuéscar, en la calle del Parral, había uno
cuyos frutos lloraban en esas noches. En el ejido de Garbayuela había otro
árbol raro, cuyas hojas cantaban esa noche, pero el que oía el canto moría, con
lo que todos huían de él esas noches. Yo no sé si esos árboles continuarán
existiendo, pero los viejos libros así lo cuentan, y como curiosidad lo recogemos
para estas fechas.
Diario HOY, 27 de diciembre de 1984
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