No es que falten temas de actualidad, pero algunos seguidores de esta
seccioncilla de la “ventana” echan de
menos, y así me lo dicen, algunos temas históricos locales que, dicho sea de
paso, llevamos algún tiempo sin tocar y esto no es bueno, porque tan
perjudicial es mirar sólo al pasado, como mirar exclusivamente a lo actual o al
futuro. La historia puede ser maestra de la vida, en cuanto al que se imbuye en
ella no le pase lo que a don Quijote con los libros de caballería y sepa ir y
volver del pasado al presente, aplicando las experiencias pasadas a los casos
similares de la actualidad
Hasta no hace mucho, nuestro pueblo llamó a los monumentos que forman
el Barrio Antiguo casas y no palacios. Para los cacereños de hasta hace un par
de generaciones todos esos monumentos eran “casas”
y sólo se llamaba “palacio” al del Obispo.
La modernidad y los folletos turísticos realizados, de forma muy ligera, han
dado por llamar palacios a lo que no son mas que casas solariegas, aunque
tengan torres y salones como los llamados propiamente palacios. Es más, nuestro
propio pueblo a veces confundía y transformaba el nombre de los dueños, pero
nunca cambiaba lo de casa por palacio: éste es el caso de la “Casa de los Pereros” a los que el pueblo
llama “de los Perros”, pero siempre
casa y no palacio.
Todo esto, aunque parezca mentira, parte del “Fuero” que dio Alfonso IX de León a Cáceres en el que se dice, más
o menos, “En Cáceres habrá sólo dos Palacios,
el del Rey y el del Obispo”. Se refería a que eran los dos únicos lugares
que tenían “derecho de asilo”, y
desaparecido el del Rey, en las luchas de los Trastamaras, queda como tal
palacio solamente el del Obispo, que en su tiempo sí tenía derecho de asilo,
siendo estos derechos —de los que carecían los otros edificios— los que
diferenciaban el “palacio” de la “casas”, aunque ahora les llamemos a
todos lo mismo.
Diario HOY, 22 de enero de 1985
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