De todas formas aquí tenemos mala suerte con los proyectos, pero no
sólo con los proyectos políticos en los que juega la promesa electoral que
luego se olvida, sino en los otros. Por ejemplo, hace ya muchísimos años,
nuestro Ayuntamiento tuvo el deseo de “regalarnos”
una finca en la que, como en otras poblaciones el vecino tuviera un sitio donde
ir los fines de semana, mejor dicho los domingos, porque eso del fin de semana
es relativamente nuevo, sin que nadie le llamara la atención. No cuajaron los
ofrecimientos de algunas, pero casi cuajó el que en el pantano del Salor, en
sus orillas, comenzaran a acampar muchos cacereños que tomaron aquello como
finca de recreo propia; una sociedad de pescadores lo organizó un poco y
aquello comenzó a ser la “playa de
Cáceres”… Pero mire usted por dónde, el pasado verano el agua estaba
contaminada, se prohibió bañarse y se chafó el invento, sin que nadie arbitrara
algún proyecto serio de “descontaminarla”.
Tampoco con el pantano de Alconétar, a unos veinte kilómetros de Cáceres,
hubo mayor suerte, aunque aquello apuntaba muy alto. Primero fueron unos
particulares que crearon allí una cafetería, “La Península”, que funcionó muy bien y hasta tuvo barquitas de alquiler; luego fue el club
“Tajomar”, que intentó
institucionalizar el deporte náutico en aquel magnífico lago artificial en el
que se nos había convertido el Tajo, pero sin saber las causas, una cosa y otra
fueron fallando, muriendo poco a poco y muertas están sin que nadie se ocupe de
resucitarlas. ¿Faltó apoyo “oficial”?, ¿fue la abulia de todos la que
contribuyó al fracaso? Yo no lo sé, pero pienso que cara a la primavera, que ya
se anuncia, y al verano sería muy oportuno revisar alguno de aquellos
proyectos.
Diario HOY, 26 de febrero de 1985
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