La verdad es que Cáceres no ha sido nunca muy “carnavalero” por mucho que se empeñe Agustín García, el presidente
de la Comisión de fiestas.
Yo no conocí los antiguos carnavales de la capital, pero sí he leído
todo lo que se ha escrito sobre ellos y la consecuencia que saco es que aquí
los que estaban animados eran una serie de bailes, más o menos públicos, como
pudieron ser el de Gran Teatro, Artesanos, La Concordia y algunos otros de
menor entidad —populares y populacheros— como creo fueron “La Churreta” y “La Gallega”.
De todos ellos, al que acudían los cacereños de todos los estamentos sociales,
el mejor organizado, era el de “Gran
Teatro”, que se hacía en el cine que aún lleva su nombre, pero que tenía un
artilugio, que ahora ha perdido, por el que se podía poner el suelo del patio
de butacas a la altura del escenario. Allí se hacían concursos de bailes y
disfraces, se organizaban galas infantiles y era el baile de mejor fama de
todos. Pero en la capital faltó lo que en otros de nuestros pueblos se
consiguió desde el principio: el carnaval en la calle.
Los cacereños capitalinos se resistían a los desfiles, a las carrozas
y a la bullanga en la vía pública, sin que esto quiera decir que no hubiera
alguna murga o charanga, pero sin el éxito popular que tenían en Navalmoral,
Montánchez, Plasencia y otros puntos. Aquí los carnavales fueron más bien de
puertas para adentro, y aunque ahora la población ha variado y hay una enorme
masa estudiantil que no había entonces, pienso que al concejal le va a costar
trabajo romper esa inercia de forma de ser y de años sin carnavales, siendo la
prueba de lo que digo el que en la audiencia pública celebrada sobre los
carnavales, se ha insistido más en los bailes que en los desfiles callejeros.
Diario HOY, 31 de enero de 1985
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