Tras el último pleno municipal hay que decir que Antonio Hurtado
Ricafort es un concejal atípico. Yo sé que a él le gusta que se hable de él y
yo le estoy haciendo un favor en este sentido, porque su atipismo, pienso yo
que lleve el fin de que no se olvide su nombre y se hable de su gestión, aunque
sea bien, como suele decirse. Pues bien, yo voy a explicar al menos su
estrategia personal en el último pleno, para que entiendan por qué le llamo
atípico.
El señor Hurtado, no llegó a las siete de la tarde, a principio de la
sesión plenaria, como creo era su obligación, sino a las nueve de la noche,
cuando se discutía el punto 25 del orden del día y faltaban sólo cuatro puntos
más para concluir el pleno. Muchos compañeros se alegraron de su ausencia
pensando que era la forma de llevar más ágilmente los asuntos, pero el señor
Hurtado llegó a las nueve de la noche, con “ganas
de guerra” y debería venir cenado, porque una y otra vez repitió que no tenía
prisas, “tengo que justificar el sueldo
de concejal que tanto nos echan en cara —decía— y no tengo prisas ninguna, si hay que estar aquí hasta las doce, se
está”, repitió un montón de veces. Es más, cuando se empeñó en que se le
explicaran detalles del “polígono de los
Fratres” en el turno de ruegos y preguntas, su reiteración, su falta de
concreción, en la que confesaba su desconocimiento del tema y pretendía que le
enseñara el alcalde, la cosa llegó a tanto, que un compañero de corporación
abandonó la sala y, cuando el propio Hurtado le dijo: “No te marches, que no tenemos prisas”, el otro contestó: “Para oír bobadas, las oigo mejor en la calle”,
cosa que le valió una amonestación del alcalde, aunque se marchó a la calle,
como hubiéramos deseado irnos todos.
En fin, un atipismo porque el sueldo de concejal se gana haciendo algo
positivo y no sólo fastidiando a los reunidos por ganas de fastidiar.
Diario HOY, 10 de marzo de 1985
NOTA.- El Sr. Hurtado Ricafort falleció en
2002. Funcionario del Cuerpo Auxiliar de la Administración Civil del Estado,
perdió su condición de funcionario por Resolución de
la Subsecretaría del Ministerio correspondiente por haber sido condenado,
por sentencia firme, por un delito de malversación de caudales públicos. (Nota
de Teófilo Amores).
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