El Gran Teatro de Cáceres, como ya les informamos, fue adquirido por
la Junta de Extremadura y cedido al Ayuntamiento de Cáceres durante noventa y
nueve años para que sea nuestro Municipio, y concretamente su Comisión de
Cultura, la que se encargue de programar en el mismo los acontecimientos que
sean dignos de ser albergados por tan veterano coliseo que tiene a sus espaldas
un buen montón de la historia cacereña que alguna vez habrá que escribir. Ello
aparte, suponemos que el teatro —como se dijo— entrará en una fase de
remodelación y acondicionamiento para quedarlo como una “bombonera”, ya que de ese tipo de construcciones es nuestro Gran
Teatro, que ha pasado por un montón de dueños y un montón de avatares; desde ser
corral y barraca de cine, a ser el local más famoso de los carnavales cacereños
—que nada tenían que ver con el teatro— porque su suelo era móvil a causa
de un artilugio muy ingenioso, que lo ponía a la altura del escenario y
permitía hacer de todo ello una magnífica pista de baile una vez almacenadas
las butacas. Este dispositivo se perdió y hubo de dotarle de un suelo de
cemento, según nos contó en tempos don Juan Pérez, uno de los empresarios y
propietarios del local.
También el local fue durante los años de la guerra improvisado cuartel
de tropas moras y un montón de cosas más, porque aquello varió muchas veces de
empresario y de dueño. Ahora ha sucedido lo mismo y los cuatro empleados que
llevan años trabajando en el Gran Teatro han cambiado también de empresario,
aunque mientras se arreglan las cosas burocráticas llevan sin cobrar desde
diciembre, precisamente en unas fechas propias para tener y gastar dinero.
Ellos están preocupados porque sus emolumentos se les pongan al día, ya que no
se come con buenas palabras.
Estamos seguros que la cosa se arreglará, como es de justicia, porque
esas familias, como usted y como yo, comen todos los días.
Diario HOY, 8 de enero de 1987
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