Decía el concejal socialista señor Torres, en el último pleno municipal,
y cuando se suscitó el tratar como asunto de urgencia el arreglo de la travesía
por la ciudad de la carretera de Trujillo, que
—dicho sea de paso— lleva “durmiendo” el sueño de los justos unos tres
años, decía, repetimos que si el suscitarlo ahora no iba a dar que pensar al
vecindario si no era por “urgencias electoralistas”… Yo no sé qué pensar en cuanto
a la apostilla del concejal, pero creo que el que los ayuntamientos estén
formados por partidos que necesitan del voto ha impuesto un nuevo modo de ver
las cosas al que el vecindario no acaba de acostumbrarse.
Dicho de otro modo, y sólo utilizando la hipótesis y sin ánimo de
señalar a nadie, ahora nos encontramos con el siguiente panorama que sin duda
puede darse: elegidos unos concejales —del grupo que sean— si estos concejales son
unos “verdaderos petardos” a los que no se les ocurre nada, por narices hemos
de aguantarlos los tres o cuatro años de la elección, porque el pueblo los ha
elegido y el pueblo tiene que “cargar con el muerto” hasta las nuevas
elecciones en las que el pueblo puede volver a equivocarse.
Pero, si por otra parte, el grupo de concejales —petardos o no— van a
tener “miedo” de que se les pueda echar en cara que solo trabajan por la ciudad
cuando las elecciones están próximas y con el exclusivo fin de recabar nuevos
votos, llegará a darse el caso de que por “pitos o flautas” no van a mover un
dedo ni cuando las elecciones estén lejanas ni cuando estén próximas.
Por lo dicho, lo que el pueblo piensa es que los concejales
—cualquiera que sea el grupo a que pertenecen… deben dejarse de “miedos” y
trabajar por la ciudad que los eligió honradamente y dentro de su leal saber y
entender y pensando más en la ciudad que en el sillón o en el partido, porque
quiérase o no, el pueblo tiene bastante más sensibilidad de la que muchos
concejales creen y acaba sabiendo quién es útil y quién es “peso muerto”.
En definitiva, que si se trabaja por “urgencias electorales”, bendito
trabajo si es que viene a beneficiar a la ciudad, por lo que una sabia medida
sería “trabajar como si el cargo fuera eterno o bien como si hubiera elecciones
cada tres meses”. Ya verían lo contentos que íbamos a estar los vecinos de a
pie.
Diario HOY, 11 de febrero de 1982
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