Yo sé, o al menos sospecho, que cuando se vende vino o leche, y ésta
sale cara, lo socorrido es echarle agua. Al menos esto es lo que suele decirse
a taberneros y lecheros, más o menos en broma, pero díganme ustedes qué hacen
los que venden simplemente agua, para poder mantener el precio cuando ésta se
les ha encarecido. Pues bien, este es el caso del Ayuntamiento de Cáceres que
ayer mismo, en sesión y cuando se trataba de aprobar el presupuesto del
servicio de aguas, lo rechazó porque tenía un déficit de más de 17 millones de pesetas.
O sea que se gasta en el agua más de 129 millones y sólo logran recaudar algo
más de los 112 millones.
Ello, por lógica, supondrá un aumento de las tarifas —que a juicio de
los malintencionados era de lo que se trataba— porque no pueden hacer lo que
los taberneros ni los lecheros, aunque hay quien dice que lo han intentado echando
barro, nitritos y otras cosas, pero sin llegar a lograr un equilibrio
presupuestario como al parecer logran taberneros y lecheros.
Yo no sé si las cuentas del servicio de aguas son las del Gran
Capitán, pero no hace mucho corrió el rumor de que por no sé qué del canon de
amortización nos venían cobrando el agua bastante más cara de lo que debían.
También llegó a decirse —sin que el alcalde fuera capaz de rechazarlo— que
nuestra agua —la de Cáceres— salía más cara que la del trasvase en Murcia… en fin,
que uno sigue teniendo la “mosca en la
oreja” y no acaba de saber si es que la materia prima se encarece o es que
se administra mal.
Recordando la puesta en marcha del actual abastecimiento, oímos decir
al entonces interventor, señor Loureiro, que Cáceres capital había montado un
negocio con el nuevo embalse, por servir esta agua a los pueblos de alrededor y
cobrársela… aquello se daba por sentado y hasta había algún cacereño de la
capital que llegó a alarmarse por si en el embalse no pudiera haber agua suficiente
para la capital y los pueblos a quien sirve.
Si aquello fue negocio entonces… ¿por qué ha dejado de serlo ahora?,
porque además, el agua lejos de mejorar, cada día está más turbia, como turbias
están las cuentas del Servicio Municipalizado… En fin, no es pensar mal, pero
como el catalán uno piensa que lo que hace falta en ese servicio —aparte de la
subida de tarifas que no va a haber quien lo mueva— es “ministración,
ministración y ministración”.
Diario HOY, 21 de febrero de 1982
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