Yo creo que a nuestros políticos les falta sentido del humor. Digo
esto porque ayer en esta misma sección, que suele tratar de ver las cosas
desenfadadamente y aun recoger esas bromas que, sin ánimo de ofender a nadie
comenta el propio pueblo, tratábamos del “Nano” y de lo que el “Nano” dice en sus
sermones —que suelen tener mucha gracia— o de lo que el pueblo comenta, con humor
—no se olvide— alrededor de lo que “Nano” dice.
Si esto lo podemos comentar usted y yo en la calle, sin mayor
trascendencia y sin ánimo de ofender a nadie —tampoco el “Nano” lo dice en ese
sentido—, me tiene que llenar de sorpresa que algunos amigos de la Junta, a los
que estimo y aprecio, se hayan ofendido con ello, porque no era esa mi
intención. Ya decía yo al final del comentario aludido textualmente: “…y no digo más, que luego la gente se piensa
lo que no es, y no van por ahí los tiros”. Lo que no podía pensarme es que
estos amigos de la Junta se tomen en serio una simple broma que deben saber
aguantar los hombres públicos, que para eso lo son, y para eso los suponemos
con mayor sentido del humor del que ahora comprendo que algunos tienen.
Yo estimo la labor de la Junta, como la estimamos todos, porque es la
única que tenemos y debemos respetarla, pero no debe entenderse que esa
respetabilidad los haga intocables de una broma sin más trascendencia. También
se decía que lo que se hacían era “reflexiones humorísticas” a las que daba pie
el comentario del “Nano”. Si tras decir todo esto mis buenos amigos de la Junta
se ofenden y se toman en serio un comentario plagado de alusiones al humor,
humor que por otra parte aguantan todos los políticos de altura, me han
defraudado, porque yo los suponía con más aguante y mayor sentido del humor.
Lo siento, pero me duele que a gentes que estimas y estimulas muchas veces
en su labor sin que te den las gracias (que por otra parte no hace falta), se
ofendan por una simple humorada sin mayor trascendencia. Porque lo malo sería
que faltos de ese sentido del humor no tuvieran más que humor acuoso, es decir,
lágrimas, cosa que me resisto a creer por estimarlos hombres con más altezas de
mira. Ellos deben pensar que no había ánimo de ofensa en lo que no pasaba de
ser una simple broma, que yo espero sepan encajar nada más lo piensen mejor.
Diario HOY, 26 de febrero de 1982
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