Me lo contó un testigo presencial y referido a los comienzos de nuestra
guerra civil o a los momentos azarosos que se vivían durante ella en muchos de
nuestros pueblos que habían estado, según el avatar de los bandos
contendientes, unas veces en “zona roja”
y otras en “zona azul”. En aquel
entonces la máxima autoridad política de la provincia, que había quedado en “zona nacional”, era el célebre capitán
Luna, Jefe provincial y vicesecretario nacional de la Falange, cuyo nombre se
invocaba unas veces con verdad y otras sin ella para cualquier cosa.
Pues bien, un jefe local de uno de nuestros pequeños pueblos, para
beber vino gratuito todas las tardes, solía presentarse en la taberna del
pueblo y, a la vista de todos los clientes, desde la puerta le decía al
tabernero: “Antonio: Está Luna de una
leche… Ha venido una “ciculá” que, mira, porque uno no es malo, sino “tos”
estos (y señalaba a la clientela) al
paredón.”
Como las cosas no andaban muy claras, y por si acaso, la clientela
decía al tabernero: “Antonio, Ponle medio
litrillo al “jefe” de mi parte…” Y de este modo, el “jefe”, cuyo nombre no hace al caso, bebía gratis a cuenta del miedo
de los demás hasta que dio con otro más enterado que él, que acabó llamándole “goloso” y poniéndolo verde, como
realmente se merecía.
La cosa no pasa de ser una anécdota, que tiene su gracia y su mucha “miga” para la meditación —aunque no sea
la trascendental— porque los “jefes”
de este tipo siguen existiendo en nuestra tierra y haciendo cosas que, si no
son tan descaradas, están sólo orientadas hacia su prebenda particular,
olvidando cualquier moral general e invocando nombres de superiores sólo en su
beneficio.
Ahora el invocado no es Luna, sino don Fulano o don Zutano, que para
el caso es lo mismo, porque en Extremadura, por desgracia, seguimos empeñándonos
en tener —o inventándonos— algún cacique superior al que los demás (los
clientes de la taberna, para entendernos) no nos queda más remedio que decir: “Sí, “buana”, que le pongan medio litrillo al
jefe.” ¿Ustedes me entienden?
Diario HOY, 4 de marzo de 1982
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.