No puede achacársenos a los cacereños que no seamos solidarios, al
menos para las cosas de diversión. Decimos esto porque las dos grandes obras de
“divertimento” que fueron en su tiempo la plaza de toros, centenario coso que
continúa cumpliendo su función, como el primer teatro estable y moderno, se
hicieron ambas mediante sociedades populares en las que nuestros antepasados
convecinos aportaron sus dineros comprando acciones que, a trancas y barrancas,
proporcionaron los dineros suficientes para que ambas cosas fueran una
realidad.
Por lo dicho, no puede echársenos en cara que no seamos solidarios,
aunque parece que lo somos solamente en las cosas de diversión, pero así y todo
esos dos edificios que durante muchos años han funcionado y siguen funcionando
se hicieron por aportaciones populares, lo que no deja de ser un detalle
positivo de esa solidaridad.
Como datos diremos que la plaza de toros surgió por una sociedad de
este tipo que en 1840 acordó emitir acciones de 500 pesetas (lo que entonces
era un capital), siendo una realidad en 1846 y gastándose en ella un total de
237.000 pesetas.
La gran obra hecha también de un modo similar, es el llamado Gran
Teatro, que aunque ha pasado ya a manos particulares, se inició por la misma
aportación de acciones de la llamada Sociedad Teatro de Cáceres, que inició don
Rafael Durán. Las obras se iniciaron y paralizaron muchas veces, hasta el punto
de que se logró un cerramiento y en su interior se puso una barraca para ofrecer
teatro, pero ya terminada la obra, en 1926, fue inaugurado solemnemente, más o
menos como está ahora, pero con unas decoraciones al fresco del pintor Sánchez
Varona que eran una maravilla y hoy han desaparecido.
Nuestros antepasados fueron muy aficionados al teatro y ya,
anteriormente, con más o menos estabilidad habían funcionado otros: en la calle
de Tiendas, que se llamó por ello durante algún tiempo, Calle de Comedias, en
la calle de Peñas, en la Plaza Mayor en barracones, y también de este modo, en
la plaza de la Concepción y en la de San Juan. Hubo y hay otros teatros de tipo
particular, pero lo que importa es que dos establecimientos para divertirse,
como fueron la plaza de toros y el Gran Teatro, se hicieron con esa solidaridad
cacereña que ahora nos suele faltar para otras muchas empresas.
Diario HOY, 24 de febrero de 1982
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