(Incluida en el libro
“Ventanas a la Ciudad”)
Como encaja en las fechas, vamos a hablar de algunas curiosidades
contenidas en la Iglesia Parroquial de Santiago relacionadas más o menos con
las cofradías y la Semana Santa.
El famoso Cristo de las Indulgencias, que sale en la procesión del
Nazareno, es sin duda una de las tallas de más valor que existen en
Cáceres remontándose su existencia en
esa iglesia al siglo XIII; lo curioso del caso es que esta imagen estuvo
perdida y, a primeros de siglo, el catedrático don Antonio Floriano, fallecido
ya, que fue cronista de la ciudad y gran investigador de su historia, volvió a
encontrarla casi milagrosamente. Lo contaba él mismo en una conferencia que
pronunció en el Ayuntamiento de Cáceres el 11 de mayo de 1965, con el gracejo
que le caracterizaba. Siendo joven, ordenó el archivo de la iglesia y encontró
un escrito del Papa Gregorio XIII, del año 1583, por el que se concedían
indulgencias al que oyera misa ante el altar de este Cristo, en la parroquia de
Santiago de Cáceres; pero el Cristo no estaba en la iglesia, ni nadie se
acordaba de su existencia, hasta que el propio don Antonio tratando de hacer un
plano de la misma, encontró en una tribuna que está en lo alto de la sacristía,
tapado por esteras y muebles, el mencionado Cristo que, con el Nazareno, es una
de las imágenes de más valor entre las cacereñas.
En cuanto al Nazareno diremos que esta imagen, de antiguo, no
desfilaba el Viernes Santo como ahora se hace, sino el Miércoles Santo. Esto lo
refiere en un viejo libro el sacerdote Simón Benito Boxoyo, que vivió en
Cáceres en el siglo XVIII; como refiere otra curiosidad de otra imagen más
pequeña del Crucificado, que era la que acompañaba a los que iban al suplicio,
ya que en Cáceres, por Fuero, se impartía justicia, dando garrote a los reos de
muerte en Peña Redonda. Tras esa imagen, según el mencionado sacerdote, se
encontró una tarjeta en la que se leía el siguiente caso milagroso:
“El año 1596 sacaron a
ajusticiar, a la Peña Redonda, dos muchachos por un pecado de que fueron
acusados, y se quebraron dos veces los cordeles de los garrotes. Y estando el
Santo Cristo enarbolado en manos de un alcalde, a la vista de todo el pueblo,
se quitaron los clavos y quedaron sueltos los brazos, y visto el milagro tan
evidente los eclesiásticos y religiosos lo publicaron a voces y pusieron en
libertad a los muchachos, y dos moros que estaban presentes pidieron el
bautismo y se convirtieron a nuestra santa fe católica.”
Desde entonces esta imagen se ha conocido como “El Cristo de los Milagros”.
Diario HOY, 11 de abril de 1982
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