domingo, 13 de agosto de 2017

Las cruces de mayo cacereñas


(Incluida en el libro “Ventanas a la Ciudad”)
¡Una perrita “pa” la Cruz de mayo, que si no, no me callo!..., decíamos los chavales de aquel entonces, que en cada zaguán de cada casa, y en todos los barrios de la ciudad, montábamos altares con “estampas” de santos, flores, cajas de zapatos, chucherías y adornos de papel... y, por estas fechas, salíamos a pedir con ceniceros y platillos, la “perrita” para la Cruz de mayo, aunque a decir verdad, las “perritas” eran para tomar golosinas en una a modo de merienda que, costeada de ese modo, nos reunía a los chavales del barrio con ocasión de esta celebración que no solía pasársenos y por la que dábamos la lata padre a los familiares y vecinos hasta que soltaban alguna “calderilla” para ese ágape —mejor diríamos “agapito”, por lo pequeño— que era la ocasión de reunirnos y discutir sobre lo acertado o no de la inversión de esta merienda.
No solía faltar en ella lo que llamábamos gaseosa de pobre, que se hacía a base de vinagre, azúcar, agua y bicarbonato, porque entonces las bebidas embotelladas eran privativas, aunque existieran las gaseosas de la bolita, y ni las familias, ni los niños, estábamos tan sobrados de dinero como ahora.
Esta tradición, que sigue conservándose en Andalucía, se ha perdido totalmente en Cáceres, donde tuvo un arraigo infantil y popular y cuyo origen antiguo desconozco, lo que sí estoy seguro es que los niños de ahora no tienen ni idea de que existiera, ni de la fiesta que se montaba alrededor de ese “monumento” de estampas y papeles de colores que nos afanábamos por que fuera el mejor del barrio.
Quedan otras tradiciones de comienzos de mayo, pero más nuevas y evolucionadas. La de San José, como en alguna otra ocasión he contado, quienes la festejaban en Cáceres eran los carpinteros, porque da la casualidad que el santo patriarca era carpintero, luego se convirtió en obrero, más tarde en artesano, y ahora, según las últimas investigaciones de J.J. Benítez basadas en los libros llamados “apócrifos”, lo que resulta que era San José, es constructor... Pero eso no importa; el mundo y las tradiciones evolucionan y hay muchas, inmediatamente pasadas, de las que nos olvidamos.
Diario HOY, 1 de mayo de 1982

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