domingo, 13 de agosto de 2017

Paniagua, iniciador de la devoción a la Virgen de la Montaña


(Incluida en el libro “Ventanas a la Ciudad”)
Ya que hoy es el día de la Virgen, de la Patrona de Cáceres, Nuestra Señora de la Montaña, con tradicional romería y comida campestre a base de frite —como está mandado—, lógico es que nos refiramos a alguna curiosidad de esta advocación tan arraigada en Cáceres.
Quien trajo la primera imagen, que por cierto, ya dijimos era una copia de Nuestra Señora de Montserrat, fue Francisco de Paniagua, que era natural de Casas de Millán y del que no se sabe si era clérigo o seglar, puesto que su vida anterior, según  los historiadores locales, está un poco oscura, sospechándose que había estado por tierras catalanas de las que tomó la imagen que él mismo portaba.
Llegó a Cáceres en 1600 a hacer vida de asceta en la llamada entonces “Sierra de la Mosca” (que es lo que hoy llamamos “La Montaña”), entre cuyos riscos estableció su morada realizando con sus propias manos un altarcito que fue la primera capilla que tuvo la imagen. El vicario de la villa, el sacerdote don Sancho de Figueroa, le animó en su labor de divulgación de la devoción a la Virgen y llegaron a ser amigos entrañables, siendo ambos los artífices de la devoción a esta imagen de la Virgen y los creadores de la cofradía.
La segunda capilla se terminó en 1626 arraigando la devoción en la villa que solía subir a ella para rezar ante la imagen de Nuestra Señora. Esta segunda capilla se hizo entre Paniagua y don Sancho, y hasta éste colocó un verso en su entrada —con más devoción que acierto poético— que así lo reseña.
La cofradía fue aprobada por don Juan Roco Campofrío, obispo de Coria, el 24 agosto de 1635 y el año 1636 falleció Paniagua, dejando como heredero a don Sancho de Figueroa. Don Sancho mandó hacer la segunda imagen, que es la que ahora veneramos, que se terminó en 1641 y desde entonces figura en el Santuario.
Lo que desconocen muchos cacereños es que la primitiva imagen que trajo Paniagua, la primera, es una pequeñita que se encuentra en el convento de monjas de San Pablo. Al menos esto afirma Publio Hurtado.
Diario HOY, 2 de mayo de 1982


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