martes, 8 de agosto de 2017

Recordando a Tomás Pulido

(Incluida en el libro “Ventanas a la Ciudad”)
Sin duda, el hombre que más sabía sobre los nombres e historia de las torres de las murallas cacereñas, fue don Tomás Pulido Pulido, investigador fallecido ya, que nos dejó algunas importantes obras escritas y publicadas, pero menos de las que hubiéramos deseado los que gustamos de estas cosas locales.
Por haber consumido su vida revolviendo archivos, sabía mucho, más de lo que materialmente le dio tiempo a escribir y publicar. En alguna ocasión he contado una visita que en su compañía, y en la del escritor y poeta don Fernando Bravo, hice al Barrio Judío cacereño, que es lástima sea una de las zonas olvidadas dentro de nuestra ciudad monumental, y recuerdo que en aquel entonces, y simplemente de memoria, nos fue dando detalles de a qué familias judías pertenecían algunas de las casas existentes en dicho barrio, cuáles se enajenaron tras la expulsión y cuáles se demolieron para hacer el palacio que hoy llamamos “Casa de los Caballos”.
Pero no es de esto de lo que voy a tratar en la “ventana” de hoy, sino del convencimiento de don Tomás Pulido, de  que la llamada “Torre de Bujaco” tuvo este nombre sólo a partir del siglo XVIII, porque antes fue conocida por “Torre del Reloj”, que sería el nombre por el que el pueblo la conoció de siempre. Agregaba a estos datos, y como argumento a lo dicho, que en ella estuvo el llamado “reloj de la villa”, fabricado en 1672, cuya campana pesaba ochenta y seis arrobas, y que luego fue trasladada a la torre de la iglesia de San Mateo en 1791. Decía que, no obstante, se la dotó de otro nuevo reloj que se quitó para trasladarlo al Ayuntamiento (como tal reloj de la villa), por los años 1938 al 40, o sea, casi en nuestros días.
¿Quiere decir esto que él negaba toda la leyenda existente alrededor del emir almohade Abu-Jacob y el martirio de los cuarenta “fratres de Cáceres”, que, al parecer, daban nombre a esta torre? No, pero él relacionaba la leyenda con otra torre que existió en la esquina de la Plaza Mayor, muy cerca de la del Rey, desaparecida ya, y a la que en los documentos antiguos se la llamaba “La Buxaca” o “La Burraca”, explicando que al desaparecer dicha torre, la leyenda se trasladó a la “del Reloj”, que era la más próxima.
¿Tenía razón don Tomás Pulido? No lo sabemos, pero recordándole a él, hemos recordado rinconcillos de nuestra historia que a algunos han de gustar.
Diario HOY, 26 de marzo de 1982

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