El concejal Felipe Romero Morcillo, ucedista él, en el primer pleno
del año 1983, celebrado por nuestra Corporación el martes pasado, dijo una
frase que creemos es la más acertada de su ya larga carrera política y
reconociendo que en ella no ha sido hombre dado a hablar mucho.
Se discutía si eran oportunas o no unas mociones de petición al
Gobierno de unas mejoras para Cáceres —mejor diríamos de recordación de
promesas hechas ya por Administraciones anteriores— y el grupo de concejales
socialistas opinaba que no era oportuno “incordiar”
al nuevo Gobierno, ya que un director general, telefónicamente, había prometido
al alcalde ocuparse del asunto. Pues bien, en la larga discusión de retirada o
no de las mociones, Romero Morcillo dijo, más o menos, “que es lógico que los concejales socialistas tengan fe en lo que un
director general, también socialista, prometa telefónicamente, pero que no podían
exigir igual fe a los concejales de otras ideologías, porque las palabras —y
sobre todo telefónicas— se las puede llevar el viento, por lo que para él —no
socialista— era mejor que quedara constancia escrita de la promesa hecha de
palabra”.
Precisamente, creemos que en ese matiz radican muchas cosas de la
actualidad: de la fe ciega que los propios socialistas, tanto concejales como
sindicalistas de UGT, tienen en la gestión de sus compañeros socialistas del
Gobierno, pero que esa fe no la pueden
exigir a los que tengan otra ideología distinta de la suya.
Hay que reconocer que de los diez millones de votos que han sacado en
las últimas elecciones los socialistas, muchos de estos votos no eran de sus
militantes o “parroquianos”, sino de
otras gentes que no están supeditados a “la
disciplina de partido”, porque no
pertenecen a él, y que actuarán en los próximos comicios según los defraude o
no el actual Gobierno socialista, porque estos votos de los “no parroquianos”, que votaron
socialismo, comienzan a estar alarmados con la actuación del Gobierno, hasta el
punto de que a los Consejos de Ministros los llaman Consejos de Subidas y
muchos de ellos dicen abiertamente: “Si
yo llego a saber que el cambio propuesto es este de subírnoslo todo, los
hubiera votado Rita”, con lo que quiero decir que la fe, para los no
parroquianos, necesita obras… y si no, al tiempo.
Diario HOY, 13 de enero de 1983
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