Hay dos noticias de estos últimos días que, como cacereño, me han llamado
la atención por la parte positiva que entraña. Una de ellas, quizás la de más
inmediatos frutos, sea la confirmación de que una fábrica de ordenadores
personales, formada por una firma británica y otra española, quiere instalarse
en Cáceres capital, donde creará un total estimado de 140 puestos de trabajo.
La cosa debe estar a punto ya que el presidente de la Junta de Extremadura
y otras autoridades se desplazarán a Londres el día 20 para firmar el
compromiso en serio. El punto elegido en principio para la instalación fue La
Coruña, pero por unas reticencias con la Xunta gallega, la industria nos llega
a Cáceres de rebote. Cierto que aquí, hace tiempo, hubo campanas al vuelo por
industrias que iban a instalarse y luego no se instalaron. Podríamos recordar
una de transformación de piedra de granito, francesa y otra de papel a partir
del tratamiento de la encina, que se quedaron, como quien dice, en agua de
borrajas, pero así y todo la fe no debemos perderla y bueno es que llegue esta
otra, aunque sea de rebote, y ojalá nos llegaran otras muchas, aunque también
fuera rebotado.
La otra noticia, más para la meditación de nuestras autoridades
regionales del turismo, es la de que la oficina de Cáceres, de esta
especialidad, ha sido la más visitada de la región en la Semana Santa. Esto
debería hacerlas meditar en que el turismo de Cáceres hay que mimarlo y que
todo lo que se invierta en él, a la larga será beneficioso —por inducción— al
resto de la región, y abandonos negativos como el de la Hostería del Comendador
o la negación de crear un Parador en Cáceres, no propician precisamente esta
industria en la que Cáceres tiene una indudable materia prima que necesita la
creación de esa infraestructura que nos falta para que el turismo pueda ser esa
mancha de aceite que vaya invadiendo la región, aunque sea a partir de Cáceres.
No ver así las cosas es no tener visión de futuro.
Diario HOY, 15 de mayo de 1984
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