La alarma surge por todo. Ahora resulta que un juego infantil, según
informaciones que llegan de Londres, está causando estragos entre los
matrimonios, la niñez y la juventud inglesa. El invento se llama “el cubo de
Rubik”, por el nombre de su inventor el húngaro Erno Rubik, y se trata de un
cubo, compuesto por dados de colores que hay que combinar —según un método—
para que cada cara tenga un color distinto. Pues bien, esto que parece tan
sencillo, no lo es, y la información a que hacemos referencia dice que es
peligroso para la estabilidad de los matrimonios, la de los padres con los
hijos y la salud mental de Occidente, porque unos y otro se enfrascan en el
problema y acaba la cosa en riña. El hecho es que en Inglaterra se han vendido
más de cincuenta millones de estos “chismes” y hasta al inventor se le ha
acusado de pertenecer ala KGB, que es una especie de CIA americana, pero en
versión rusa. Yo no sé si es que hay algo cierto en ello o son exageraciones de
las noticias, pero lo que sí puedo decirles es que conozco un ejemplar del
jueguecito y ya he presenciado una riña matrimonial. El maquiavélico “cubo” lo
tiene un vecino mío, Serafín, al que se lo regaló un pariente, diciéndole:
“Llévate este chisme, porque voy a terminar riñendo con mi muer a cuenta de
este cacharro”.
No hizo falta que me explicara el motivo, porque fui testigo de lo que
pasó entre Serafín y su esposa a cuenta del invento. Resulta que ella lograba
siempre mejores combinaciones de colores que él, como lo lograban sus propios
hijos pequeños. Con los niños había solución, porque los mandaba a la cama,
pero con su esposa no, porque, además, le tomaba el pelo por “lo zote” que era,
al lograr menos posiciones en el juego que ella. Total, que delante de mí se
enzarzaron a cuenta del apasionante juego y hasta he oído decir que él ha
solicitado un traslado a Caracas donde no sé si se irá solo, o se llevará a la
mujer y al “cubo”.
Si el “cubo” llega a España va a ser cosa de que entiendan en él los “juzgados
de Familia”, según lo que nos llega de Londres. Porque oiga, es apasionante,
pero no sé yo si hay algo de exageración en esto o es realmente un invento ruso
para cargarse a Occidente, que todo hay que pensarlo, porque al igual que aquí
había “espontáneos” para la cuestión taurina —que al fin y al cabo es otro
juego— en esos países hay “espontáneos” para la cuestión de espionaje y la
degradación de Occidente, si no ahí tienen a los muchos “espías” de la Embajada
rusa que ha habido que expulsar de España. De todos modos, Serafín me quiso
regalar el “cubo” pero yo lo rechacé, porque no quiero acabar con él en
Caracas.
Diario HOY, 8 de septiembre de 1981
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.