Cuando lo de la dictadura de Franco, que a juicio de otros fue más
bien “dictablanda”, una de las cosas
más criticadas a la televisión de entonces era que cuando llegaba una fecha que
podría ser conflictiva, se le daba al gran público algún interesante partido de
fútbol televisado, y aun retransmitido por las radios nacionales, con lo que
las fechas que solían ser el uno de mayo o alguna otra que pudiera implicar
convocatoria de protestas, pasaban desapercibidas, porque los posibles “protestantes” se concentraban ante los
aparatos para ver u oír el acontecimiento y se olvidaban de las posibles
protestas que siempre habían convocado, de forma subversiva, los de la
oposición encubierta.
Esto al menos es lo que decía entonces esa oposición, que agregaba que
esto era una manipulación del dictador porque el deporte en la televisión era
algo así como “el opio del pueblo”,
que nos dejaba drogados y con la imposibilidad de acudir a protesta alguna.
Vistas así las cosas, uno ingenuamente pensaba que al llegar la
democracia estas prácticas terminarían, porque los que la traían eran los que
más criticaron esto y hasta parecía que nos querían decir: “Veréis cuando lleguemos nosotros cómo no
hacemos estas manipulaciones y no comeremos el coco a nadie, para que el pueblo
esté despierto y sepa lo que le conviene”.
Pero resulta que viene pasando todo lo contrario y que lo que, según
ellos, era un “nirvana” para el
pueblo, nos lo dan ahora a “cucharetones”
y en dosis tan enormes que están logrando los efectos contrarios, o sea,
hartamos hasta tal punto que uno termina apagando la radio o la televisión y
dedicándose a otra cosa, porque la saturación acaba no aceptándola nadie. Si
acaso, cuatro “forofos” de alguno de
los muchos deportes que nos ofrecen y que a mi juicio podrían contarse con los
dedos de la mano.
Para poner un ejemplo, podríamos tomar la programación de las dos
cadenas del pasado domingo. En la primera el asunto comenzó a las 12,30 con “Tiempo y marca”, que ofrecía en un
larguísimo y aburrido espacio, imágenes de los Campeonatos del Mundo de
Atletismo que se celebran en Helsinki, y también pruebas del Campeonato de
Natación que se celebraron en Sevilla. Tras un pequeño espacio de noticias, por
la tarde, nueva conexión con Helsinki, para seguir con “el rollo”. Por la noche, y quizás con más atractivos, la final del
Trofeo Ciudad de La Línea, entre el Atlético y el Cádiz. Por si ello fuera
poco, uno no podía refugiarse en la segunda cadena, porque también ésta estaba
a saturación con otras pruebas deportivas, como fueron las de Fórmula Uno del
Gran Premio de Austria —que díganme ustedes qué me importan, al menos a mi—y
que casi nos ocuparon todo el espacio dedicado habitualmente a otros programas
más variados.
Con todo, hay quien dice que esta saturación deportiva no es debida a
lo que comentamos al principio, sino más bien a una falta de ingenio en los
actuales programaciones, a los que les resulta más cómodo hacer conexiones que
inventarse programas atractivos.
Aunque así fuera, a mi modo de ver, todo esto ha tenido una parte
positiva y es que en mi casa al menos —y supongo que en otras también— cerramos
la televisión y nos dedicamos a la lectura, que sigue siendo práctica, mucho
más formativa, con lo que hay que decir que “no hay mal que por bien no venga”, aunque no fuera ésta la
intención de los programadores televisivos.
Diario HOY, 16 de agosto de 1983
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