(Incluida en el libro
“Ventanas a la Ciudad”)
Hoy vamos a continuar con el origen del nombre de algunas calles
cacereñas. Le toca el turno a la que ahora se llama General Margallo pero antes
se llamó “calle de Moros” y, anteriormente “calle de Santiago”, aunque este
nombre se ha olvidado ya.
Tras la rebelión mahometana de la zona de Granada, el rey decretó el
confinamiento de los moriscos en diversas regiones de su reino, llegando con
este motivo a Cáceres en 1570, una avalancha de mahometanos conversos
procedentes de Baza, Guadix, Benamaurel y Cullar, que se asentaron en la calle
de Santiago que desde entonces tomó el
nombre de “calle de Moros”.
También en el siglo XVI, vencida por fin la rebelión de Granada, se
enviaron a Cáceres para ser repartidos por los pueblos —y no más de cuatro en
cada uno— un total de 150 moros cuya conducción corrió a cargo del alférez
Diego de Velasco, que entregó una carta del rey al corregidor, fechada en 1584,
y unas listas con sus nombres, de las que el corregidor sospechó primero y
comprobó después que estaban falsificadas, aparte de que de los 150 moros sólo
venían 78, por lo que se procedió judicialmente contra él, sin que llegara averiguarse
que había sido del resto de los moros entregados a Velasco.
Hemos de decir que todos estos moros cacereños se portaron bien en
nuestra ciudad, tanto en plan religioso como en plan de trabajo, hasta el punto
de que cuando el rey Felipe III decreta en 1609 la expulsión de todos los
moriscos de sus reinos, el Concejo de Cáceres se dirigió a él pidiendo que los
de aquí, por su buena conducta, no fueran expulsados, accediendo el rey a dicha
petición.
El nombre de General Margallo a la calle se dio en el siglo pasado en
honor del general don Juan García Margallo, nacido en Montánchez y que vivió de
1839 a 1893; luchó contra los carlistas y murió en combate contra los indígenas
marroquíes. Dicho general distinguió a la capital nombrando una guarnición fija
en la misma; por cierto, como curiosidad, señalaremos que algún mendigo que
pidió, hasta hace poco, en las calles de Cáceres era descendiente de dicho
general... porque así pasan las cosas en este mundo.
Finalmente aclararemos para los que lo duden, que la mayoría de estos
datos los tomamos del historiador local Publio Hurtado, porque no “inventamos”
nada.
Diario HOY, 5 de febrero de 1982
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