La cosa debió ocurrir, más o menos, como se la contamos: resulta que
en la familia nació una niña, y con la lógica alegría llegó el momento de
llevarla a inscribir en el Registro Civil:
— ¿Qué nombre le van a poner a
la pequeña?
— “Suelen”, dijeron los
padres o los familiares que ya lo tenían todo acordado.
— “¿Cómo, cómo?”, preguntó un
poco extrañado el funcionario del Registro.
— “Suelen”, el nombre de la
protagonista de la serie de televisión “Dallas”, o sea, la mujer de J.R.”,
le aclararon como la cosa más normal del mundo…
— “Bueno, pero ese nombre no es
así, habrá que castellanizarlo”… diría el funcionario, cuya extrañeza por
la decisión de estos padres “teleadictos”
debió subir de tono.
En fin, que debió haber las consiguientes explicaciones que irían
desde que lo de “Suelen”, aunque
suena así, se escribe “Sue Ellen”, y
es un nombre compuesto del español Elena, por lo que, estamos seguros, se les
haría la sugerencia de que se le pusiera Elena a la pequeña…
Pero como en estas cosas, cuando uno se “empeña” las expllicaciones sobran, saldrían a relucir todo aquello
de que a muchas niñas se las llama con nombres extraños y hasta geográficos: “Montaña”, “Prado”, “Vega”, “Camino”, “África” etc., etc., y saldría a relucir también el que todos esos nombres
se reducen a uno que es María… de lo que sea, pero el nombre principal sigue
siendo el de María…
En fin, que lo curioso es que al parecer hubo negativa lógica de
inscribir a la niña con ese nombre televisivo… Pienso yo que se les diría:
— “Póngale un nombre normal, y
luego ustedes en la intimidad la llaman como quieran”, porque si nos
hacemos de miel en lo de la influencia de la televisión, acabarán pidiendo que
se inscriba a cualquier infante con el nombre de : “Trescientos Millones”, “Mundial
82”,… o ¡vaya usted a saber!”
Aclaramos finalmente, que el hecho es real, aunque el diálogo lo
hayamos nosotros imaginado en tenor de lo que nos contaron, pero que ello
indica el que “televisión” nos está “comiendo el coco” y hasta queremos comérselo
a los inocentes recién nacidos que padecerían toda la vida un nombre extraño y
televisivo, por la afición de sus progenitores a la pequeña pantalla… que está
bien, pero sin pasarse.
Diario HOY, 17 de marzo de 1982
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